sábado, 14 de noviembre de 2015

Nacer en un campo de concentración.

La mujer cae al suelo del apeadero del campo de concentración de Mathausen. Apenas pesa 30 kilos. Los guardias miran con vaga curiosidad a Anka Nathanová, una prisionera checa de 28 años, llena de pústulas, maloliente, esquelética. Si muere allí, ellos no tendrán que matarla. Una bala menos que disparar. Pero cuando la escena de la muchacha tránsida de dolor no parece terminar la meten en un carro junto con otras mujeres moribundas o muertas. Anka estaba de parto.
El paisaje era uno de los más hermosos de Austria. Por de pronto, Anka ve flores, algo totalmente ajeno al mundo de barracones y alambradas de los campos de concentración. Empiezan las contracciones, y Anka no puede evitar ya gritar, pese a que esto llamará la atención de los siempre imprevisibles guardias. Deciden ayudar en el parto. Es un trámite corto, solo unos 10 minutos. Resultado: una niña que no llora.
Los kapos levan a Anka a la enfermería y le proporcionan un camastro para ella sola. El médico del campo, que probablemente ha esterilizado a cientos de mujeres, corta el cordón umbilical de la pequeña y le da una palmadita en el culo. Llora. Anka llora de alivio. Todo está bien.
Las prisioneras envuelven a la pequeña con papel de periódico limpio. Anka pregunta la fecha a una guardiana. Es el 29 de abril de 1945. En el buker de la Cancillería de Berlín Hitler y Eva Braun se han suicidado. El comandante del campo de Mathausen archiva el último parte de bajas: 200.000 muertes entre enfermos, ejecutados y gaseados.
Priska Löwenbeeinová, una prisionera de 28 años, maestra, parió en Freiberg (Alemania), ante las guardianas S.S. También fue una niña. Mengele, el sádico doctor, no se percató de su estado y pudo ocultarlo bajo el blusón reglamentario del campo de Auschwitz, desde donde fue enviada a Freiberg. La pequeña Hana nació el 12 de abril de 1945. Al día siguiente la comandante del campo recibió orden de meter a todas las risioneras en un tren para alejarlas de las tropas aliadas. El tren llegó a Mathausen tras 16 días de zigzagueo por Europa.
Rachel Friedman parió en el transporte de mano de obra esclava que llevaba a Anka y Priska. Las tres mujeres han trabajado en Freiberg y han sido chequeadas por Mengele. El sádico doctor les pellizcó los pechos para saber si estaban esperando un hijo. Buscaba carne para sus vivisecciones, pero las tres muchachas acertaron a mentirle. El pequeño Mark nació el 20 de abril de 1945. Una guardiana S.S. le trajo a Rachel una ración suplementario de agua sucia y una camiseta para tapar el bebé. Podría haberlo tirado por la ventanilla del tren, pero decidió hacer eso. Las guardianas eran, a todas luces, imprevisibles.
Rachel y Mark esttuvieron dentro de la cámara de gas de Mathausen. No sabríamos nada de ellos, como no sabemos del destino de tantos otros, si no fuera porque aquel día se acabaron las existancias de gas prúsico.

Eva, Mark y Hana, los tres bebés de esta historia se encontraron en Internet, mientras buscaban información sobre la unidad del ejército aliado que liberó Mathausen. Celebran sus cumpleaños el 5 de mayo, día de la liberación.Se han reunido varias veces.

PARA SABER MÁS:
Nacidos en Mathausen, de Wendy Holden. RBA. A la venta desde el 23 de abril.

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