En 1938, una expedición de las S.S. se adentró en el Himalaya, supuestamente en busca de una raza aria primigenia. Ahora disponemos de nuevos detalles de esa aventura.
En 1938 tuvo lugar una de las expediciones más controvertidas de la Historia de la antropología. La dirigía el zoólogo alemán Ernst Schäfer, miembro de los círculos ocultistas de las S.S. Se supone que el grupo de científicos emprendió el viaje al Tíbet, un protectorado británico de gran valos estratégico cerrado a los extranjeros, por orden de Heinrich Himmler, líder de las S.S., con la misión de indagar en los supuestos orígenes mitológicos de la raza aria.
Schäfer no creía, según dijo él terminada la guerra, en estas cosas. La expedición le permitió medir cráneos de nativos, y recoger especímenes de insectos, pieles de mamíferos, así como 7.000 semillas. Los británicos no interfirieron, pero desconfiaban de los propósitos "científicos" de la expedición. Si estallaba una guerra y Japón intervenía la región adquiriría importancia a la hora de desalojar a los británicos de La India.
Según las instrucciones de Himmler los expedicionarios debían indagar sobre Agartha, una ciudad mítica donde una raza "nórdico-atlante" había vivido hasta su anoquilamiento por un cataclismo provocado por los ciclos solares. Los aficionados a lo paranormal llegan a decir en sus páginas web que en realidad Schäfer lideraba un grupo que buscaba el Santo Grial en la zona más remota.
Schäfer logró entrár en el Tibet y negociar con un alto funcionario del Potala, el Palacio del Dalai Lama una estancia de 14 días en Lhasa, la capital. Ninguno de los hombres de Schäfer hizo la menor indagación mitológica. Se dedicaron a recoger especímenes, asistir a fiestas donde los monjes, los nobles de Lhasa y ellos mismos bebieron demasiado y filmar estas actividades, de gran importancia, ya que la invasión china y la consecuente aculturación todavía no habían sucedido. El siguiente alemán que recibió el Dalai Lama fue el alpinista y etnógrafo Heinrich Harrer, que cruzó el Tibet con un compañero de cordada huyendo de un campo de internamiento británico. LLegó a ser tutor de un Dalai Lama adolescente.
La parte antropólogica se solventó midiendo cráneos, mandíbulas y rasgos anatómicos. Vertieron negocoll en los cráneos para hacer plantillas craneales de los monjes de los tres monasterios de Lhasa.
Schäfer volvió tres semanas antes del estallido de la guerra en Europa con 400 cráneos y pieles de mamíferos, más de 3000 aves disecadas, anfibios, verios miles de mariposas, langostas, diversas muestras de minerales, mapas topográficos y 40.000 fotos en blanco y negro. Muchos de estos tesoros dormitan en los sótenos de los museos alemanes. Les da reparos mostrar unas piezas financiadas por Himmler, el responsable de los campos de experminio nazis.
El propio Ernst Schäfer pasó tras la guerra por unas clases de reeducación y terminó sus días escribieno artículos en una oscura revista de caza.
Para leer:
NAZIS EN EL TIBET. EL ENIGMA DE LA EXPEDICIÓN DE ERNST SCHÄFER, de Peter Meier- Hüsing. (Publicado en alemán).
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