Helen McDonald estaba en su casa en Cambridge, Inglaterra, cuando recibió la llamada que cambió su vida a peor: su padre Alisdair había muerto de un ataque al corazón en una calle de Londres.
Mientras hacía frente a la inevitable sensación de duelo, empezó a tener sueños con los azores, las aves de rapiña más difíciles de adiestrar. Así que decidió distraerse comprando una y adiestrándola. Sus memorias de esa experiencia H de Halcón, debe ser para el lector uno de los más memorables encuentros entre un ser humano y un animal jamás descrito.
Te embarcaste en el entrenamiento de un azor debido a una pérdida repentina. ¿Quieres hablar de ello?
En 2007 mi padre, al que estaba muy unida, estaba sacando fotos de los edificios dañados por una tormenta para el Evening Standard de Londres cuando sufrió un ataque cardíaco y murió.
No sabíamos que tuviera problemas con el corazón, por lo que fue una sorpresa desagradable para toda mi familia. Al principio estaba aturdida. Organicé el funeral, pero en realidad no eres consciente de que se acabó, por lo menos en esta vida.
Volví a Cambridge, a mis clases. Y entonces es cuando empecé a soñar con los azores. Mi inconsciente me decía que me distraería entrenar a un azor. Me serviría de terapia.
Había sido cetrera desde hacía años, pero nunca me había atrevido a adiestrar a la reina de las rapaces, un ave de rapiña temperamental y asesina. El caso es que me compré a Mabel por Internet.
Estabas obsesionada con los halcones de niña y te convertiste en una cetrera juvenil. Es una afición un poco inusual para una niña. ¿Que te atrajo de estas aves?
Solía dar la tabarra a mis padres para que me llevaran a zoológicos y centros de cetrería. A los 12 años, conseguí mi primer halcón, un cernícalo europeo llamado Amy. Solía descansar en la estantería de mi biblioteca. Mi madre solía poner papel debajo de su nido para que no ensuciara con sus deposiciones. Pero ni mi padre mi madre dijeron: !Por Dios, Helen! Dedícate a algo más normal.
Recoges a Mabel en los muelles de Stranraer, en Escocia, Describe ese primer encuentro.
Me sentí como si fuera a recoger un alijo de drogas. (Risas). Eran las 8 de la mañana de un día lluvioso en Escocia. Mi amiga Christina me esperaba en el coche. Tenía 800 libras en billetes de 20 en el bolsillo trasero.
Pero la transacción fue perfectamente legal. La cetrería está muy regulada en Gran Bretaña. No puedes tomar aves de rapiña de la naturaleza. Los azores son criados en aviarios, y hay mucho papeleo asociado con la actividad.
¿Cómo adiestraste a Mabel?
Me retiré del mundo de los humanos y me concentré en ella. Los azores son aves muy salvajes, y si quieres forjar un vínculo con ellas tienes que ganarte su confianza muy lentamente, con trocitos de carne cruda. No tienes que presionarlas para que hagan algo. Tienes que convertirte en el ave de presa, observarla detenidamente, y sabrás lo que piensa o desea hacer en cada momento. Y a partir de ahí el cetrero puede trabajar.
Escribí un cuaderno de cetrería muy técnico. Listas de pesos y clima diario. Esas cosas.
Pronto salimos a los campos de cultivo y nos pusimos a cazar, que es lo que los azores hacen sobre todo lo demás. Yo miraba el mundo a través de los ojos de Mabel, era ella junto a ella. Era una manera de alejar mis pensamientos humanos, muy dolorosos y, por el momento, difíciles de manejar.
Describe el papel de los halcones en la cultura humana, desde las Cruzadas hasta los nazis.
La cetrería se remonta, probablemente, a 2000 a de C. Durante muchos siglos, fue una distracción de los gobernantes. Creo que era porque cazar con estas aves forjaba el carácter. Si eres violento con ellas abandonaran tu mano y se irán para siempre. Así que cazar con águilas se convirtió en una demostración práctica de que debías gobernar de una forma benigna.
En cuanto a los nazis y fascistas, les gustaba la cetrería porque lo veían como algo que realzaba su propia agresividad como líderes. Los halcones eran fuertes y derribaban en el vuelo a otras aves más débiles. Henmann Göring solía pasearse por ahí con halcones, como un señor feudal del siglo XX.
Con los halcones, todo gira en torno al equilibrio correcto con la comida, ¿verdad?
Los halcones dependen de su peso para poder pelear con aves más grandes o más veloces. Es un poco como los boxeadores. Si han comido mucho, está claro que no querrán volar.Si están llenos no lo harán, o peor aún, no regresarán.
Obviamente no quieres que tu halcón esté demasiado delgado. Así que necesitas un halcón que sienta hambre como para querer cazar y esté lo suficientemente alimentado como para poder hacerlo. Es lo que los cetreros llamamos "el peso de vuelo".
Tu libro está lleno de tecnicismo de la cetrería. Háblanos de "yarak".
Es un término turco que quiere decir que el halcón está psicológicamente preparado para la caza. Ver a Mabel entrar en "yarak" es como verla poseída por demonios. Cambiaba la forma en que miraba el mundo. Se aferraba con más fuerza al guante, sus plumas se esponjaban y acechaba el campo en busca de presas.
Por cierto, "yarak" es la palabra turca para "pene" y "premura".
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