Los cronistas portugueses nos cuentan que el infante Pedro de Portugal se casó con la dama gallega Inés Fernández de Castro, con la que mantenía románticos lazos.
A su padre el rey Alfonso IV de Portugal le preocupaba que el clan Fernández de Castro acumulara demasiado poder y desestabilizase los lazos entre los diversos linajes nobiliarios. Ademas sus espías le dijeron que el matrimonio no se habría concertado nunca. Razón de mas para no poner un nieto ilegitimo en el trono. En 1355 el rey aprovechó que el infante había salido a cazar para acudir en compañía de tres caballeros felones al monasterio de Santa Clara donde se encontraba Inés. Los caballeros felones la cosieron a puñaladas.Sus nombres eran Alonso Gonçalves, Pedro Coelho y Diego López Pacheco.
Lo malo es que los reinados no duran siempre y Pedro I el Cruel se ciñó la corona en 1357. Cuenta la leyenda que el rey hizo exhumar el cadáver de su difunta esposa ,lo vistió con ricas telas y lo sentó en el trono junto a si. Pedro I exigió a sus nobles y vasallos que besaran la mano momificada del cadáver. Los historiadores niegan que esto sucediera de verdad porque los cronistas no hablan de ello.
El origen de esta leyenda rosa y macabra podría venir de la costumbre portuguesa de besar la mano de los reyes difuntos antes de los funerales. Por otra parte en los siglos XIV y XV existía la costumbre de colocar figuras de cera sobre los túmulos funerarios.Es probable que Pedro I hiciera besar a sus vasallos la mano de cera del muñeco como homenaje. La leyenda ha llegado hasta hoy gracias al poeta luso del siglo XVI Luis de Camoens y el escritor estadounidense Ezra Pound.
En cuanto a la suerte de los tres sicarios ,Pedro Coelho y Alvaro Gonzalves acabaron ejecutados de una forma sangrientas, con los corazones arrancados. López Pacheco logró huir a Francia y allí se le pierde la pista.El cadáver de Inés López de Castro esta en Alcobaça en una tumba de mármol blanco con una efigie coronada que el rey había mandado colocar.
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