miércoles, 5 de diciembre de 2018

La marcha de la sal. (1930)

Gandhi era ya famoso 15 años después de su regreso a La India por sus protestas pacíficas y sus boicots contra la ropa manifacturada en Inglaterra. Quería un país con el mismo estatuto en la Comonwealth que colonias occidentales del Imperio Británico como Australia y Canadá. También deseaba que las comunidades rurales indias fuesen autosuficientes, por lo que cada miembro de su ashram tenía que hilar al día 25 metros de tejido hecho a mano - kadhi-.

Viendo que nada de esto hacía realmente mella en las autoridades británicas, Gandhi decidió que una protesta por algo cotidiano como la obligación de pagar una gabela sobre el precio de la sal a los ingleses dinamizaría el movimiento por la independencia de La India. Hasta la llegada de la potencia colonial los indios solían recoger el agua marina y evaporarla para poder así conservar los alimentos como la carne en una época en que no existían las neveras. Las autoridades coloniales no solo gravaron la sal sino que ejercían un monopolio sobre la actividad de recogida.

Ghandi abandonó su ashram seguido por varios seguidores en fila de tres y recorrió a pie los 300 kilómetros que le separaban de la costa. Al llegar a un punto del mar - que hoy es tierra firme- recogió un puñado de lodo con escasa cantidad de sal, pero lo hizo delante de las autoridades militares inglesas y de la prensa occidental.

Hubo detenciones durante los siguientes meses de hindúes y musulmanes por el robo de sal de la Corona. Como el virrey no quería ser retratado por la prensa como el diplomático de un país de tiranos, al cabo de un año renunció a los ingresos de las gabelas de la sal y soltó a 60.000 hindúes detenidos por recolectarla, entre ellos Gandhi. Se había pasado nueve meses encarcelado.

Los historiadores comparan la marcha de la sal, la defensa de la autosuficiencia de ciudadano de a pié de La India, con el Motín del Té de Bostón (1773), donde unos colonos norteamericanos toraron por la borda de una goleta de un cargamento de té. El rey Jorge III les gravaba por consumir algo que eran perfectamente capaces de producir por ellos mismos.

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