lunes, 25 de febrero de 2019

Los Ritchie Boys.

Huyeron de Alemania. Se entrenaron en Estados Unidos y regresaron para cmbatir y buscar a sus familias. Un libro recuerda el papel importante de estos judíos en la Segunda Guerra Mundial.

9 de Junio de 1944. Normandía. Guy Stern trata de combatir el miedo a bordo de la lancha de desembarco. Zarandeada por el oleaje, la embarcación avanza hacia la Playa Omaha tres días después del desembarco aliado. A Stern le preocupa otra cuestión; ¿Qué le haría la Werhmatch en caso de ser capturado y de ser identificado como un traidor que ahora colaboraba con los servicios de Inteligencia enemigos?

Para disipar los temores, Guy recuerda que fueron los nazis los que obligaron a sus padres a sacrificar su seguridad personal ,y a enviarle lejos de Alemania con el único salvoconducto que la familia poseía. En 1933, la Gestapo habia sacado a su familia de su hogar en Hildesheim para trasladarla al ghetto de Varsovia.

Una vez Stern pone los pies sobre la fina arena de la playa Omaha, escucha los zumbidos de los obuses de la artillería alemana sobre su cabeza. En la arena todavía yacen los restos de los marines de la 1ª y la 29 ª División de Infantería estadounidense, que habían muerto tratando de establecer una cabeza de puente para la invasión aliada el 6 de junio. A instancias de un oficial al mando, Guy Stern empieza a interrogar a los prisioneros para sonsacarles información sobre las defensas costeras alemanas de la zona.

Uno de los prisioneros había sido guardián de campo de concentración se Sachsenhausen, a unos 30 kilómetros de Berlín. El tipo le cuenta a Guy, sin saber que tiene a un judío delante, que se presentaba voluntario para las ejecuciones porque así le daban permisos para acudir a la capital a escuchar conciertos de música clásica.

Guy había tenido una infancia feliz en Hildesheim hasta 1933, cuando los nazis llegan al poder y empiezan a aprobar leyes contra los judíos. Guy huye con el único pasaje que pudo conseguir su familia a los Estados Unidos. unos 2.000 de estos fugitivos quisieron alistarse para luchar contra sus antiguos compatriotas apenas Estados Unidos entró en la guerra. Fue trasladado al Centro de Entrenamiento de Inteligencia, conocido como Camp Ritchie, en Maryland, donde además de la instrucción básica se le instruyó en técnicas de interrogatorio a prisioneros. Sus instructores le dijeron que no comunicase a sus amigos que iba a participar en estas actividades.

Hubo cartas a la prensa de granjeros alarmados a la prensa cuando vieron desfilar a los cadetes de Camp Ritchie en blindados con cruces célticas en el toldo, vestidos con uniformes nazis. Les dijeron que se trataba de unos cadetes que hacían así la instrucción, no de una invasión nazi de los Estados Unidos.

Martin Selling fue otro de los jóvenes que recalaron en Camp Ritchie. Este tenía motivos para querer vengarse de los nazis, ya que había sido internado en el campo de concentración de Dachau, donde sufrió el trato inhumano habitual. En 1939 fue liberado sin que se le dieran más explicaciones sobre el particular.

"A algunos de los cadetes de Camp Ritchie se los empotró en las primeras unidades anglo estadounidenses que combatieron en el Norte de África", explica Bruce Henderson, autor de HIJOS Y SOLDADOS (Crítica), un libro que recoge los recuerdos de estos judíos. A través de los interrogatorios a los prisioneros alemanes, estos judíos recogieron valiosa información para la campaña contra el Afrika Korp en 1942 y el avance aliado en Francia en 1944.

A Werner Angress se le iba a empotrar en la 82ª División Aerotransportada. Sus instructores le dijeron que le darían la instrucción básica de un soldado paracaidista, pero las semanas pasaban y nadie le enseño a utilizar un paracaidas. Si llegó vivo al suelo de Francia es porque preguntó a sus compañeros de la 82ª por lo que aprendían en los adiestramientos.

Wener aterrizó a 15 kilometros del objetivo, cerca de la estratégica ciudad de Sainte Mére Eglise, situada cerca de la retaguardia alemana. Capturado por la Gestapo y confundido con un paracaidista cristiano, pasó dos semanas de cautiverio en Cheburgo. El 27 de junio fue liberado por las tropas aliadas. Werner se reincorporó a su regimiento y en uno de los primeros interrogatorios tuvo la suerte de confiscarle a un soldado alemán un mapa con la ubicación de todas las minas de una carretera de vital importancia.

Martin Selling fue asignado a la 35ª División de Infantería, al mando del general Patton. Un mes después del Día D, su división estaba tomando posiciones cerca de Saint Lo. Un médico militar alemán le proporcionó información acerca del número de efectivos con los que contaba la Werhmetch y la ubicaciónde cada unidad en un plano. Gracias a esta información, la artillería estadounidense acabó con el puesto de mando y las principales líneas de defensa del enemigo.

Extrañado por su alemán impecable, uno de los prisioneros le preguntó a Selling donde lo había aprendido. Él le dijo en tono seco que se trataba de un judío alemán. El prisionero perdió el control de los esfínteres y se puso a temblar. Selling tiuvo que pedirle a la Policía Militar que lo retiraran de su presencia.

A finales de abril de 1945, Guy Stern fue invitado a visitar con otros oficiales el campo de concentración de Buchenwald. Cuando vio el horror de aquellas instalaciones e interrogó a los supervivientes en busca de nombres de criminales de guerra, se dio cuenta de la magnitud del Holocausto. Comprendió que jamás encontraría a sus familiares.

A medida que se adentraban en Alemania, los Ritchie Boys tenían que interrogar más a menudo a miembros del personal de los campos de concentración. Muchos no tenían la conciencia de haber participado en algo monstruoso.

El 30 de abril de 1945, Werner Angress oyó a un soldado estadounidense gritar periódico en ristre que Hitler se había suicidado. El interrogador judío sacó de su mochila una botella de vodka, se sirvió un trago y brindó por la muerte del Führer: ""!Que se pudra eternamente!". Finalizada la guerra Guy Stern se trasladó a la ciudad de Hildesheim, donde una vecina aria le dijo que sus padres habían sido deportados al ghetto de Varsovia. Jamás regresaron.

PARA SABER MÁS:
Hijos y soldados.
Bruce Henderson. Editorial Crítica.

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