jueves, 17 de octubre de 2019

Abre los ojos, de Alejandro Amenabar (1997)

Esta película de ciencia ficción introduce elementos sobre si se puede alterar artificialmente la realidad y por tanto, la subjetividad de una persona, hasta el punto de no estar segura de si la que vive es realmente su vida.

César (Eduardo Noriega) es un tipo guapo, podrido de dinero y triunfador, cuyas principales actividades son vivir una vida sin grandes complicaciones y ligar. Una noche, durante una fiesta, su anigo Pelayo (Fele Martínez) le presenta a una compañera de estudios, Sofía (Penélope Cruz), y César se enamora de ella.

La pesadilla comienza a la mañana siguiente cuando acepta un viaje en coche por parte de un ex ligue, Nuria (Najwa Ninry). Esta declara su amor obsesivo por César y este le dice que entre los dos solo habra sexo esporádico, que la situación a partir de la noche anterior es otra. Nuria despeña el coche, con César en el asiento del copiloto, y muere. César queda desfigurado.

Entonces es cuando la película juega con el espectador. ¿César está realmente desfigurado? ¿Ha muerto realmente Nuria, o está conspirando para torpedear la relación con Sofía?

Todo termina con el supuesto asesinato de Sofía- Nuria, unas sesiones con el psiquiatra de la prisión para discernir la verdad, si es que hay alguna verdad que desentrañar, y unas asombrosas revelaciones sobre un programa de reanimación criogénica tras la muerte y de una prestación llamada Sueño Lúcido.

Tom Cruise se interesó por esta cinta de intriga y quiso rodarla bajo el nombre de VANILLA SKY. El ritmo era más ágil y los recursos estaban mejor aprovechados, pero quizá por esta razón la pelicula no pasa de ser un mero divertimento frente a nuestra coproducción española- italiana- argentina. Por cierto que Amenabar no aparece en los créditos de VANILLA SKY, y eso me desagradó ya que la idea original, creo, es fundamentalmente suya. Penélope Cruz interpreta por segunda vez a Sofía.

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