domingo, 1 de diciembre de 2019

El rio Spree, el otro Muro de Berlín.

Estaban jugando y cayeron al río Spree, frontera entre Berlín oriental y occidental. Mucha gente los vio pero nadie se lanzó al agua por miedo a los disparos de los soldados de la RDA. Unas placas recuerdan el drama de esos niños ahogados cuando se cumplen 30 años de la caída del Muro de Berlín.

Obtubre de 1972. Lengaver Catranci, de 8 años, estaba tirando migas de pan para los patos y cisnes del río Spree cuando perdió el equilibrio y cayó al río. No sabía nadar. Uno de los niños que jugaban con él corrió por la orilla para avisar a un pescador que se encontraba cerca del río Oberbaum. Pero el pescador no hizo nada por miedo a la reacción de los vopos, los terribles guardias fronterizos de la RDA.

El río servía como frontera natural entre las dos Alemanias. Era otra parte más del infame Muro. Por eso el pescador creía que si los soldados veían a un adulto nadando en el canal aunque fuera para rescatar a un niño entendería que se estaba fugando del "Paraíso de los Trabajadores" y le dispararían.

Cuando una patrulla fluvial de la RDA retiró el cadáver de Lengaver muchas personas protestaron en los periódicos. Criticaban a la Policía, a los bomberos y a los vopos por no tener previsto un protocolo de actuación para estas situaciones.

Pero en ese tramo del río Spree, murieron otros cuatro menores que cayeron al agua. Ni siquiera había carteles de advertencia o una barandilla. Andreas Senk, de 5 años, murió en 1966; Siegfried Kraboth, en 1973; Giusseppe Savola, de 6 años, en 1974; y Cerin Cert cumplía 5 años el mismo día que se ahogó.

Tres minutos después de que Lengaver cayera al agua pasaron por allí un buque cisterna y una patrullera fluvial de la Alemania Oriental pero siguieron su marcha. La lancha de los bomberos de la RDA llegó pero no tenía permiso de los militares para intervenir. Los bomberos de la RFA tampoco podían intervenir porque el río ya no era territorio soberano. A  los 10 minutos cuando el cuerpo de Lengaver ya se había sumergido con agua en los pulmones un polícía de Alemania Federal fue a negociar con un oficial del país del bloque del Pacto de Varsovia en medio del puente de Oberbaum, ya que no había comunicación telefónica entre las dos Alemanias. El oficial de la RDA avisó a la lancha de los bomberos.

Los bomberos capitalistas ya estaban allí. Tenían todo el equipo para rescatar el cadáver de Lengaver, pero no podían intervenir en territorio soberano de la RDA. Una hora y media después de que el niño cayera al agua, dos soldados fronterizos de la RDA sacaron su cuerpo del agua y lo llevaron a una morgue en su jurisdicción. Las autoridades tuvieron que redactar un salvoconducto para la madre de Lengaver, una limpiadora de hospital, para que pudiera reconocer el niño y repatriar su cadáver. Una pesadilla kafkiana.

Había antecedentes que explican el temos a intervenir en el río Spree. En 1953 murió Wolfgang Röhling, un adolescente de 15 años. Todavía no existía el Muro de Berlín, construído en 1961. Había ido a nadar con unos amigos. Habían querido saltar al río Spree desde la Zona Occidental. Dos soldados comunistas los vieron desde una torreta de vigilancia y pensaron que se trataba de un grupo de fugitivos. Los adolescentes, estúpidos como ellos solos, se burlaron de los vopos y les tiraron piedras. Una bala acertó a Wolfgan Röhling en la cabeza.

Paul Strenz, un adulto de 31 años, fue abatido en 1966, cuando se zanbuyó en el río Spree a pesar de que los amigos le advirtieron que no era una buena idea. Lo vieron cuatro guardias fronterizos de la RDA que pensaron que era uno de sus fugitivos huyendo a la otra Alemania. Cuatro balas le alcanzaron en el pecho.

Entre 1976 y 1977 funcionarios de las dos Alemanias se reunieron para decidir cómo coordinarse si alguien se caía al río. Se llegó a la conclusión que si los bomberos de la RFA llegaban al lugar del accidente antes que los de la RDA podrían actuar. Se dispararía contra ciudadanos particulares, policías de la RFA y agentes de aduanas. Estaban permitidos el lanzamientos de salvavidas, cuerdas o cualquier medio de rescate. Sólo si esas medidas eran infructuosas podía lanzarse un nadador de los bomberos de la Alemania capitalista al agua, pero antes tenían que avisar a los vopos con una sirena y luces de colores. Todo esto no evitó que Cetin Mert se ahogara en 1975. Un regalo del mundo de los adultos en su quinto cumpleaños.

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