Si están en Venecia estos días pueden ver hasta el 26 de enero una exposición de arte moderno del siglo XX de la colección privada de Peggy Guggenheim, una de la mecenas artística, fundadora de museos y mujer controvertida del panorama artístico y cultural de la primera mitad del siglo XX. Se llama LA ÚLTIMA DOGARESSA.
Peggy fue rica y contradictoria. Se casó varias veces y todos los hombres que compartieron vida con ella la maltrataron físicamente, mientras ella se lo tomaba con estoicismo y resignación. Destaca el maltrato producido en tiempos de la Generación Perdida por el artista de vanguardias Laurence Vail, que llegó a caminar sobre su estómago cuatro veces en un día. El día del nacimiento de su hija Pegeen lo celebro volcado un palto de judías sobre el cabello de Peggy.
Por otro lado, Peggy era una mujer promiscua, que enlazó matrimonios fracasados por la violencia de género y por su propia inseguridad, que le hacía buscar una fugura paterna en hombres de buen porte o con un gran intelecto. Nunca se mantuvo fiel, aunque ese era el ethos de los ambientes que frecuentaba, y a veces no dudaba en seducir a los maridos de otras mujeres, incluída el de una amiga suya llamada Helen.
Tampoco era estúpida porque aunque permitía que su segundo marido, el poeta Holms, la obligase a permanecer desnuda en el balcón en diciembre tras comentar ella que se sentía atraída por otro hombre, jamás dio a ninguno el control sobre sus galerías de arte o sobre su dinero.
Durante la Segunda Guerra Mundial sacó de Francia obras de "arte degenerado" para evitar que las destruyeran los soldados alemanes. Intentó que el Museo del Louvre las almacenase en sus sótanos pero los conservadores adujeron que se trataba de obras de arte demasiado recientes como para tomarlo en consideración. Las obras estuvieron almacenadas en el chàteau de un a amiga de Peggy y salieron disfrazadas entre un cargamento de menaje de cama y de cocina de la Francia Libre en 1941.
Peggy también ayudó a escapar a su tercer marido, el artista de expresionismo abstracto Maz Ernts y a los familiares de Andrè Breton. Se instaló en los Estados Unidos donde el matrimonio Guggemhein- Ernst organizaba fiestas en su apartamento neoyorquino caracterizadas por los excesos etílicos y las peleas. Los criados tenían que retirar los Kandinski de Peggy para que no se manchasen de sangre.
Y volvió la violencia de género y las infidelidades. Una vez Peggy intentó provocar al artista Marcel Duchamps vestida con una gasa transparente, sin ropa interios alguna, delande de Max. La reacción fue una paliza delante de un Duchamps indiferente.
Divorciada de Ernst en 1947, se volcó en su labor de mecenazgo. Peggy Guggenheim protegió y mantuvo con un salario a artistas por los que nadie habría apostado en aquella incipiente segunda mitad del siglo XX como Mark Rothko o especialmente su favorito, el joven Jackson Pollock.
Su devanear por el mundo terminó con Peggy instalada en Venecia, donde abrió su palazzo del soglo XVIII al público tres días a la semana, tomaba el sol en la azotea y se disputaba los hombres con su hija Pegeen. Su hijo Michael Simbad Vail se había quedado con el padre en 1928. En Venecia recibió a los primeros escritores beatnies estadounidenses como Truman Capote o Tennesee Williams. Y también viajó con Yoko Ono a Japón.
El último golpe del destino fue la muerte de Pegeen a los 41 años de una sobredosis de bartbitúricos. Preocupada por el destino de su colección privada, la legó a la Fundación Solomon Guggemheim, su tío y otro importante mecenas de jóvenes promesas. Peggy Guggemheim murió en 1979.
PARA LEER:
PEGGY GUGGENHEIM. EL ESCÁNDALO DE LA MODERNIDAD.
Francine Prose (Turner)
CONFESIONES DE UNA ADICTA AL ARTE.
Peggy Guggenheim. (Lumen)
Peggy fue rica y contradictoria. Se casó varias veces y todos los hombres que compartieron vida con ella la maltrataron físicamente, mientras ella se lo tomaba con estoicismo y resignación. Destaca el maltrato producido en tiempos de la Generación Perdida por el artista de vanguardias Laurence Vail, que llegó a caminar sobre su estómago cuatro veces en un día. El día del nacimiento de su hija Pegeen lo celebro volcado un palto de judías sobre el cabello de Peggy.
Por otro lado, Peggy era una mujer promiscua, que enlazó matrimonios fracasados por la violencia de género y por su propia inseguridad, que le hacía buscar una fugura paterna en hombres de buen porte o con un gran intelecto. Nunca se mantuvo fiel, aunque ese era el ethos de los ambientes que frecuentaba, y a veces no dudaba en seducir a los maridos de otras mujeres, incluída el de una amiga suya llamada Helen.
Tampoco era estúpida porque aunque permitía que su segundo marido, el poeta Holms, la obligase a permanecer desnuda en el balcón en diciembre tras comentar ella que se sentía atraída por otro hombre, jamás dio a ninguno el control sobre sus galerías de arte o sobre su dinero.
Durante la Segunda Guerra Mundial sacó de Francia obras de "arte degenerado" para evitar que las destruyeran los soldados alemanes. Intentó que el Museo del Louvre las almacenase en sus sótanos pero los conservadores adujeron que se trataba de obras de arte demasiado recientes como para tomarlo en consideración. Las obras estuvieron almacenadas en el chàteau de un a amiga de Peggy y salieron disfrazadas entre un cargamento de menaje de cama y de cocina de la Francia Libre en 1941.
Peggy también ayudó a escapar a su tercer marido, el artista de expresionismo abstracto Maz Ernts y a los familiares de Andrè Breton. Se instaló en los Estados Unidos donde el matrimonio Guggemhein- Ernst organizaba fiestas en su apartamento neoyorquino caracterizadas por los excesos etílicos y las peleas. Los criados tenían que retirar los Kandinski de Peggy para que no se manchasen de sangre.
Y volvió la violencia de género y las infidelidades. Una vez Peggy intentó provocar al artista Marcel Duchamps vestida con una gasa transparente, sin ropa interios alguna, delande de Max. La reacción fue una paliza delante de un Duchamps indiferente.
Divorciada de Ernst en 1947, se volcó en su labor de mecenazgo. Peggy Guggenheim protegió y mantuvo con un salario a artistas por los que nadie habría apostado en aquella incipiente segunda mitad del siglo XX como Mark Rothko o especialmente su favorito, el joven Jackson Pollock.
Su devanear por el mundo terminó con Peggy instalada en Venecia, donde abrió su palazzo del soglo XVIII al público tres días a la semana, tomaba el sol en la azotea y se disputaba los hombres con su hija Pegeen. Su hijo Michael Simbad Vail se había quedado con el padre en 1928. En Venecia recibió a los primeros escritores beatnies estadounidenses como Truman Capote o Tennesee Williams. Y también viajó con Yoko Ono a Japón.
El último golpe del destino fue la muerte de Pegeen a los 41 años de una sobredosis de bartbitúricos. Preocupada por el destino de su colección privada, la legó a la Fundación Solomon Guggemheim, su tío y otro importante mecenas de jóvenes promesas. Peggy Guggemheim murió en 1979.
PARA LEER:
PEGGY GUGGENHEIM. EL ESCÁNDALO DE LA MODERNIDAD.
Francine Prose (Turner)
CONFESIONES DE UNA ADICTA AL ARTE.
Peggy Guggenheim. (Lumen)
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