1913. Eglantyne Jebb está de viaje por los Balcanes, una zona de permanente conflicto - en la época los diplomáticos hablaban del avispero de los Balcanes- cuando ve las consecuencias de esto: niños desnutridos.
Eglantyne ya había roto moldes antes. Insistió en ser maestra a pesar de ser de las clases altas, lo cual condenaba a muchas mujeres a una vida ociosa, aunque llena de privilegios. Empezó a recaudar fondos para ayudar a estos niños.
En 1914 estalla la Primera Guerra Mundial y Eglantyne empieza a actuar como una heroína, cuando arriesga su reputación por los demás. Escribe cartas denunciando las condiciones de los asilos infantiles y muestra durante sus conferencias para recaudar fondos fotografías de niños desnutridos de Viena y de Berlín a causa del bloque naval contra Alemania. Los hombres la abuchean. El Gobierno encarcela a Eglantyne y a su hermana Dorothy, y las conmina a pagar una multa cuantiosa. Eso no acobarda a las dos valientes hermanas Jebb.
En 1919 Eglantyne Jebb funda el Fondo de Ayuda a la Infancia Save The Children. Su primera acción es ayudar o, por lo menos intentarlo, a los niños rusos víctima de la hambruna provocada por Stalin entre 1919 y 1922, y a las víctimas infantiles de la guerra civil entre rojos y blancos en Siberia. Cuando los periodistas le preguntaron por qué ayudaba a niños de países hostiles con Gran Bretaña, en lugar de dejárselo a los diplomáticos, Eglantyne Jebb contestaba que el único idioma internacional era el llanto de los niños, estuvieran donde estuviesen.
"Eglantyne se fijó en los niños para establecer un renacimiento moral tras la guerra", dice Calre Mulley en su libro LA MUJER QUE SALVABA A LOS NIÑOS (Aliento) Esta valiente heroína murió en 1928. Su legado es una organización que trabaja con niños en peligro de exclusión de 130 países.
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