En Alemania todos quieren olvidar al infame von Trotha, un sanguinario militar colonialista que solo rendía cuentas ante el kaiser en el centenario de su muerte en 1920. Por su parte, Namibia pronto celebrará el 30º aniversario de la descolonización de Namibia.
Tras provocar una masacre de grandes proporciones en 1904 en lo que se conocía como África del Sudoeste Alemana, emitió una orden para exterminar a la tribu de los herero, uno de los genocidios más planificados de su época, con permiso de las actividades del rey Leopoldo de Bélgica en el Congo.
Von Trotha había participado en le represión de la revuelta de los bóxers en China y se pensó en él para atajar los ataques indígenas a las granjas, tiendas y vías ferreas y telegráficas. Trotha desembarcó en el puerto de Windhoek (Namibia) con 14.000 hombres.
Las tribus indígenas luchaban para no dejarse expoliar por los colonizadores blancos. Primero llegaron los misioneros; después llegaron los militares y los colonos blancos pobres que expulsaban a tribus enteras de sus poblados y se quedaban con su ganado y terrenos de cultivo. Si alguien protestaba era condenado a trabajos forzados o azotado delante de su familia.
Anque la Conferencia de Berlín había repartido África entre las potencias europeas, Alemania había llegado tarde a la carrera colonial. África del Sudoeste estaba a 12.000 kilómetros de la capital de la matrópoli.
Von Trotha se puso manos a la obra de forma inmediata. En la meseta de Waterberg se habían reunido entre 25.000 y 50.000 indígenas esperando unas conversaciones que condujeran a la resolución pacífica del conflicto. Von Trotha los cercó con una salida de retirada al esteril desierto del Kalahari y atacó a los asediados con 30 piezas de artillería y 14 ametralladoras. La mayoría de los supervivientes murió de hambre y de sed en el Kalahari. Tan solo un millar de supervivientes, entre ellos el jefe Samuel Maharero alcanzaron la Bechuanalandia inglesa, es decir, la actual Bostwana.
Los manaqua se rebelaron contra los colonos blancos y fueron masacrados. En octubre de 1904, Von Trotha estableció que todos los hereros varones serían fusilados y las mujeres y los niños expulsados de territorio de administración alemana bajo riesgo de ser ejecutados si regresaban
El gobernador civil Theodor Leutwin, contrario a los métodos de Von Trotha, se quejó a sus superiores de Berlín, y los colonos empezaron a difundir en la prensa europea relatos de aquellos horrores. Pero los militares afirmaban que ante los nativos no podían aplicarse los Tratados de Ginebra porque eran infrahumanos. Ante la presión de las potencias vecinas presentes en África austral, los militares enviaron de vuelta a von Trotha a Europa, donde fue condecorado por el kaiser en persona.
La desaparición del criminal de guerra no mejoró la situación de los nativos bajo administración alemana ya que se les obligó a llevar distintivos en la ropa y una ficha de metal para poder controlarles mejor.
Tras la derrota alemana en la Primera Guerra Mundial gracias a la sangre y el esfuerzo de los jóvenes ascaris nativos, alistados para evitar el hambre o entregados como tributo a la administración militar por su reyezuelos a cambio de evitar represalias, la colonia alemana pasó a ser administrada por los británicos y los boer - colonos de origen holandés-, que impusieron una segregación racial basada en la Biblia - supuestamente- que duró hasta 1994.
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