martes, 24 de marzo de 2020

Búsqueda de oro y cachorreo.

La Rinconada se encuentra en los Andes peruanos. Uno de sus habitantes, Juan Apaza, como muchos de sus antepasados incas, se mete en la boca unas hijas de coca, un vigorizante que aporta más oxígeno a su sangre, para soportar el hambre y la agotadora jornada de trabajo.

Apaza es un minero del oro sin sueldo. La única compensación que recibe es el derecho al cachorreo. Un día a la semana puede trabajar para sí mismo cuatro horas. El saco que extraiga quizá contenga un poco de oro, o una pepita grande como un pulgar, o nada en absoluto.

Para protegerse de los derrumbes y las explosiones provocadaspor el grisú ofrece al Tío, una especie de demonio de las profundidades, representado por un muñeco en una hornacina, una ofrenda: una botalla de pisco, el aguardiente del lugar; unas cuantas hijas de coca. Hace unos meses un chamán ofrendo un gallo decapitado en la cima de una montaña sagrada.

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