Hija de una maestra inglesa, Jane Whitney, y un hacendado hispanocubano, fue directora de la Residencia de Señoritas desde 1915 hasta 1936, de donde salió toda una generación de mujeres profesionales e intelectuales irrepetible. Hablaba tres idiomas, tenía tres licenciaturas y la idea fundamental de que la educación era imprescindible para emancipar a la mujer del yugo del patriarcado masculino.
"Ni comunista ni nacionalista" como se definía ella, procuró que la educación llegara a las mujeres en un país con un 82 por ciento de analfabetismo femenino, y a las que ya tenían estudios las animó a que entrasen en la Universidad, una opción impensable para la mayoría por entonces. En la Residencia de Señoritas se relacionaban en plan de igualdad mujeres de todas las extracciones sociales y de todas las ideologías.
No se sabe si en 1936 fue obligada a dimitir de la dirección de la Escuela de Señoritas o tomó la decisión por su cuenta. El país se había vuelto peligroso para una librepensadora como ella, de ideas feministas, sobre todo a raíz del fusilamiento por los republicanos de su hermano Ramiro de Maeztu, periodista encuadrado en la Generación del 98 y de ideas de derechas.
Quizá por esta razón, por haber enseñado a las mujeres ideas progresistas, los nacionales no la indultaron, ni los republicanos en el exilio la reclamaron como propia por ser hermana de Ramiro.
Se paseaba por Madrid y Bilbao con un paraguas que usaba como sombrilla. De hecho María de Maeztu lo llamaba la "sombrilla masculina".
Se paseaba por Madrid y Bilbao con un paraguas que usaba como sombrilla. De hecho María de Maeztu lo llamaba la "sombrilla masculina".
Entre 1926 y 1936 fue directora del Lyceum Club, un lugar de encuentro para mujeres con inclinaciones intelectuales, a semejanza de los que ya había por toda Europa. Eso rechinaba para los hombres, incluso para los intelectuales más progresistas, en una España muy machista.
María de Maeztu ya mostraba su valor en 1903 cuando viajaba sola en tren a Salamanca para examinarse o cuando se instalaba en una pensión de mala muerte de la calle de la Montera de Madrid para poder estudiar. Instalada en Bilbao como maestra de primeras letras, convenció a las prostitutas del Barrio de las Cortes de que escolarizasen a sus hijos, con el argumento de que podrían atender a más clientes si así lo hacían. También se enfrentó a la Junta de Ampliación de Estudios cuando defendió que las alumnas de su Residencia de Señoritas pudieran matricularse en estudios superiores de otras cosas que no fueran Magisterio o Farmacia.
María de Maeztu ganó muchos premios por su tarea como educadora, dio cientos de conferencias sobre métodos pedagógicos vanguardistas por Estados Unidos y Europa, pero en 1940 sintió que le robaban la tarea de su vida cuando el Gobierno de Perón le negó la posibilidad de instalar otra Residencia de Señoritas en Buenos Aires, donde murió en 1948 en la ciudad balneario de Mar del Plata.
PARA LEER:
LA MAESTRA.
Mariló Montero y Carmen Gurruchaga (La Esfera de los Libros)
20,80 Euros.
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