jueves, 9 de abril de 2020

Jrushchev acaba con el culto a Stalin y denuncia sus crímenes.Un discurso de 1956.


He conseguido en la página de HISTORIA Y VIDA el texto completo del discurso de Jrushchev  de 1956 contra el culto mesiánico a Stalin y todo lo que representó. El texto no se hizo público completo hasta 1989, cuando la URSS había entrado en clara barrena económica y la Guerra Fría estaba perdida. Era una de las escasas veces que los aspectos de lo que se consideraba un periodo de grandes logros en la historia soviética se ponía en tela de juicio y se contraponía al insano culto a la personalidad de un líder que no pudo responder convenientemente a tanta lealtad por parte de sus compatriotas. Como cito la fuente, creo que puedo, como algo excepcional, y declarando que no es una aportación mia, transcribir un extracto del discurso.

Tras la muerte de Stalin, el Comité Central del partido puso en práctica una política para explicar de forma sucinta y coherente que no se puede permitir, y que resulta ajeno al espíritu del marxismo- leninismo, encumbrar a una persona y transformarla en un superhombre que posee unas características supernaturales similares a las de un dios. Un hombre del que se cree que lo sabe todo, lo ve todo, piensa por todo el mundo, puede hacer cualquier cosa y es infalible en su comportamiento.

”En la actualidad, nos preocupa una cuestión que tiene una gran importancia para el presente y el futuro del partido: nos preocupa la forma en que el culto a la persona de Stalin ha ido creciendo, el culto que en una etapa concreta empezó a convertirse en la fuente de toda una serie de tergiversaciones graves y cada vez más serias de los principios del partido, de la democracia del partido y de la legalidad revolucionaria.

”En diciembre de 1922, en una carta al Congreso del partido, Vladimir Illich escribió: ‘Tras asumir el cargo de secretario general, el camarada Stalin amasó un poder inconmensurable y no estoy seguro de que siempre vaya a ser capaz de usarlo con el cuidado necesario’. Esta carta, un documento político de gran importancia, es conocida en la historia del partido como el ‘testamento 

de Lenin
”Fue precisamente durante este periodo (1937-1938) cuando nació la práctica de la represión en masa por medio del aparato del Gobierno, primero contra los enemigos del leninismo –trotskistas, zinovievistas, bujarinistas, derrotados desde hacía tiempo por el partido–, y posteriormente también contra muchos comunistas honrados, contra aquellos cuadros del partido que habían soportado la pesada carga de la guerra civil y los primeros y más difíciles años de industrialización y colectivización, y que lucharon activamente contra los trotskistas y los derechistas y defendieron la línea de partido leninista.

”Stalin creó el concepto de ‘enemigo del pueblo’. Este término provocó que resultara innecesario demostrar los errores ideológicos de uno o varios hombres enzarzados en una polémica; este término violó todas las normas de la legalidad revolucionaria y permitió el uso de la represión más cruel contra todo aquel que mostrara su desacuerdo con Stalin de cualquier forma, contra aquellos que fueran sospechosos de intenciones hostiles, contra aquellos que tuvieran una mala reputación en general y, en realidad, la única prueba de culpabilidad utilizada, lo cual contraviene todas las normas de la actual ciencia legal, fue la ‘confesión’ del propio acusado; y, tal y como demostró una investigación posterior, las ‘confesiones’ se obtenían mediante la aplicación de presiones físicas contra el acusado.

”Se averiguó que de los 139 miembros y candidatos del Comité Central del partido que fueron elegidos en el decimoséptimo congreso, 98 personas, es decir el 70%, fueron arrestadas y fusiladas (la mayoría entre 1937 y 1938). La misma suerte corrieron no sólo los miembros del Comité Central, sino también la mayoría de los delegados del XVII Congreso del Partido.


”De los 1.966 delegados asesores o con derecho a voto, 1.108 fueron detenidos acusados de crímenes antirrevolucionarios, esto es, mucho más de la mitad. Tal y como ahora podemos comprobar, este hecho demuestra lo absurdo, salvaje y contrario al sentido común que fueron las acusaciones de crímenes contrarrevolucionarios que se presentaron contra una mayoría de los participantes del XVII Congreso.

”Gran parte de los miembros del Comité Central y de los candidatos elegidos en el mencionado congreso fueron arrestados en 1937 y 1938, fueron expulsados ilegalmente del partido. Ahora, después de examinar los casos de algunos de los supuestos espías y saboteadores, se ha llegado a la conclusión de que sus casos fueron inventados. Las confesiones de culpabilidad de muchos de los arrestados, acusados de realizar actividades enemigas, se obtuvieron con la ayuda de torturas crueles e inhumanas.

”El camarada Eije fue arrestado el 29 de abril de 1938, acusado de calumnias y sin la autorización del fiscal de la URSS, que fue recibida finalmente 15 meses después de la detención. Eije fue obligado mediante torturas a firmar antes de tiempo un protocolo de su confesión preparado por los jueces investigadores, en el que él y varios otros destacados colaboradores del partido eran acusados de llevar a cabo actividades antisoviéticas.
”El 1 de octubre de 1939, Eije envió su declaración a Stalin, en la que negaba categóricamente su culpabilidad y le pedía una revisión de su caso. En su declaración escribió: “No existe sufrimiento más amargo que estar encerrado en la cárcel de un gobierno por el que siempre he luchado.” El 4 de febrero Eije fue fusilado. Ahora se ha podido demostrar que, sin lugar a dudas, su caso fue inventado y ha sido rehabilitado póstumamente.

”En la actualidad, se están reexaminando una gran parte de estos casos y muchos de ellos se han anulado porque eran infundados y fueron falsificados. Baste decir que, desde 1954 hasta el presente momento, la sección militar del Tribunal Supremo ha rehabilitado a 7.679 personas, muchas de las cuales lo han sido póstumamente.

”El poder que amasó una sola persona, Stalin, provocó una serie de graves consecuencias durante la gran guerra patriótica. Apesar de estas serias advertencias, no se dieron los pasos necesarios para preparar la defensa del país como es debido y para impedir que fuera cogido por sorpresa.

”Cuando los ejércitos fascistas empezaron a invadir el territorio soviético y se iniciaron las operaciones militares, Moscú emitió un comunicado de acuerdo con el cual Stalin pensaba, a pesar de los evidentes hechos, que la guerra aún no había empezado, que tan sólo se trataba de una provocación de varias secciones indisciplinadas del ejército alemán y que nuestra reacción podría servir como motivo para que los alemanes empezaran la guerra.
”A Stalin le interesaban mucho las ideas del camarada Zhúkov como jefe militar.A menudo me pedía mi opinión sobre él. Una vez le dije: ‘Conozco a Zhúkov desde hace tiempo; es un buen general y un buen líder militar’. Tras la guerra, Stalin empezó a decir todo tipo de sandeces sobre Zhúkov y, entre otras, la siguiente: ‘Has elogiado a Zhúkov, pero no lo merece. Se dice que antes de cada operación en el frente se comportaba de la siguiente manera: cogía un puñado de tierra, la olía y decía: ‘Podemos empezar el ataque’, o por el contrario: ‘La operación planeada no puede llevarse a cabo’. En aquel momento le respondí: ‘Camarada Stalin, no sé quién se ha inventado este rumor, pero no es cierto’.

”Es posible que el propio Stalin se inventara estos infundios con el propósito de minimizar el papel y el talento militar del mariscal Zhúkov. Sin embargo, más monstruosos son los actos cuyo iniciador fue Stalin y que suponen violaciones flagrantes de los principios leninistas básicos de la política de nacionalidad del Estado soviético. Nos referimos a las deportaciones en masa de sus lugares nativos de naciones enteras, junto con todos los comunistas y komsomols sin excepción alguna; esta deportación no fue dictada basándose en cuestiones militares. Los ucranianos evitaron este destino porque eran demasiados y no había donde deportarlos. De lo contrario, habrían corrido la misma suerte.
 
”Recordemos también el ‘caso de los médicos conspiradores’. En realidad, no hubo ningún ‘caso’ aparte de la declaración de la doctora Timashuk, que probablemente recibió presiones u órdenes de alguien (al fin y al cabo, era una colaboradora no oficial de los órganos de la seguridad del Estado) para que le escribiera una carta a Stalin en la que declaraba que había colegas suyos que estaban aplicando métodos de tratamiento médico supuestamente incorrectos.
”Tal carta bastó para que Stalin llegara a la conclusión inmediata de que había médicos conspiradores en la Unión Soviética y dictó órdenes para que se arrestara a un grupo de eminentes especialistas soviéticos en medicina. Él mismo proporcionó una serie de consejos sobre el modo en que debía llevarse a cabo la investigación y el método de interrogación de las personas arrestadas: palizas y más palizas.”

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