sábado, 2 de mayo de 2020

Breslau no se rinde.

Fue la última ciudad alemana del Este. Hace 75 años caía ante los soviéticos tras una férrea resistencia.

A mediados de 1944, Brelau se había librado por su ubicación en el interior del Reich de los bombardeos angloamericanos más destructivos. La región industrial de la Baja Silesia, de la que Breslau era la capital, se hallaba bajo el mando del galeter Karl August Hanke.

Hanke, un nacionalsocialista de rimera hora, podría haber visto truncada su carrera por una avetura amorosa con Magda Goebbles, esposa del Ministro de Propaganda. Hitler decretó su alejamiento de Berlín pero con la buena mano para la administración pudo constituir una especie de taifa en Breslau, su nuevo destino.

Mientras el Ejército ojo avanzaba  hacia Berlín, Hitler ordenó la conversión de las cidades germanas en el camino de los invasores en Festunges (Fortalezas), lo que abocaba a sus guarniciones a una defensa suicida y sin esperanza. El 24 de agosto de 1944 se designó a Breslau como una de las "agraciadas".

Al principio empezaron las tensiones entre el general Krause y Hanke acerca de las obras para fortificar la ciudad. Mientras Hanke dilapidaba recursos y se quejaba continuamente de Krause por teléfono ante la Cancillería, el militar movilizó 60.000 hombres y pudo mantener las defensas en las líneas más externas de la ciudad del Oder, a 20 y 40 kilómetros. Mientras tanto la ciudad recibía un millón de refugiados que huían de los invasores. La Werhmatch hacía barricadas con tranvías volcados, acopiaba víveres y minaba los puentes lo suficiente anchos como para que pasara por ellos un tanque T 34.

Cuando empezaron las operaciones militares, Hanke y Krause volvieron a discutir sobre qué hacer con la población civil. Hanke se negaba a evacuarla para no ser considerado "derrotista", lo cual podría haber signficado el final de su carrera como Galeuter, mientras Hanke temía que la presencia de civiles limitase los movimientos de sus tropas, conformadas por muchos miembros de las Juventudes Hitlerianas.

Las temperaturas habían caído a los -20º cuando mujeres y niños fueron obligados a abandonar la ciudad a pie y bajo el fuego enemigo hacia Opperau. Nadie los auxiliaba, numerosas madres vieron como sus hijos morían de frío en sus brazos y muchas fueron capturadas y fusiladas o violadas por los soldados soviéticos. Murieron 20.000 personas. Pero la mayoría preferió quedarse y arrostrar los horrores del combate.

Una semana después las tropas rusas habían superado las posicionesde Breslau y se dirigían a nuevos objetivos, dejando a los 150.000 hombres del Sexto Ejército del general Vladimir A. Gluzdovsky con la misión de tomar la posición. Hubo una tregua en la que se restablecieron algunos servicios públicos.

Pero pronto la tregua terminó y se pasó a la lucha casa por casa, en unas condiciones similares a la batalla de Stalingrado, con la salvedad de que los alemanes defendían su ciudad con más eficacia. Era corriente que un padre vestido de civil recargara las armas de sus hijos o los sustituyera en cuanto estos caían La pérdida del aeródromo de Gandau fue un duro golpe pero el general Hermann Niehoff ( sustituto del sustituto de Krause) se negó a rendirse.

El 2 de mayo de 1945, los soviéticos anunciaron la caída de Berlín. Niehof quiso capitular pero Hanke se lo prohibió. Mientras los miembros del Volkssturm (la milicia popular) se dedicaban a ahorcar desertores y derrotistas. Hanke se negó a rendirse hasta que lo hizo Niehoff por él, cuando el primero abandonó la ciudad ante el rumor de que Hitler le había nombrado sustituto del traidor Heinrich Himmler. Era el 5 de mayo de 1945.

Los soviéticos incumplieron su promesa de que no habría represalias, violaciones y saqueos mientras una columna de 50.000 prisioneros marchaban hacia la URSS. Muy pocos regresarían a lo que con el paso de los años se convertiría en la RDA.

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