Mientras Pacino y Alonso hacen frente a los Hijos de Padilla en Sudamérica, el Ministerio tiene otros problemas. Ha aparecido en el Madrid de 2017 un grupo de moriscos de 1609, en busca de la seguridad tras la expulsión por parte de Felipe III. Algunos de ellos están enfermos, hay que preservar el secreto del Ministerio e incluso una de las muchachas está embarazada. Habib, el médico y portavoz del grupo, habla de que han llegado al siglo XXI siguiendo las indicaciones de un misterioso joven cristiano.
El episodio habla de las crisis de los refugiados. Incluso muestra que la excusa para traer a tantas personas desamparadas a los sótanos del Ministerio, donde se ha montado una especie de campamento de refugiados, es volar el edificio por los aires, con todos los que se encuentren dentro.
La hora de las explicaciones:
Los moriscos son los antiguos mudéjares, es decir, los musulmanes que accedieron a quedarse en territorio cristiano durante la Reconquista.
El grupo que nos ocupa en esta ficción procede de Elsh, es decir, Elche. La ciudad es ganada de nuevo para la Cristiandad hacia 1250 por el infante Alfonso, antes de ser Alfonso X el Sabio. Castilla pierde el control de la plaza en 1275 tras una rebelión de los mudéjares, que es reclamada por Jaime I de Aragón.
Nadie se mete con estos moriscos hasta que Carlos V decreta su conversión forzosa al cristianismo el 22 de enero de 1526. Muchos de ellos siguen practicando el Islam a escondidas, lo que lleva a represión por parte de las autoridades civiles y muchas horas de entretenimiento para los sayones en las mazmorras del Santo Oficio.
Este situación de represión lleva a una revuelta de dos años de duración en Las Alpujarras entre 1568 y 1570, con leyes represivas como la prohibición de hablar aljamiado, un dialecto de la región. Tras perder esa revuelta, Felipe II teme que no dispersarlos por Valencia y Andalucía conduzca a una invasión de los berberiscos en un momento en que empiezan los problemas en Flandes. No necesita problemas tan cerca.
El 22 de agosto de 1609, su hijo, Felipe III, decreta la expulsión de los moriscos, dentro de la idea de que si se permiten ideologías y fés paralelas a las oficiales la gente se pueda cuestionar su lealtad con la Corona.
En Elche 400 familias, unas 1450 personas, viven en El Rabal, cultivando las peores tierras y con poco acceso al agua de regadío. Jorge de Cárdenas, señor de Elche, Maqueda, Crevillente y Aspe expulsa a los moriscos de sus territorios y los hace escoltar por dos compañías de los tercios hasta Santa Pola. Los vecinos los esquilman y les quitan todo el equipaje, con lo cual llegan a Santa Pola con poco más que lo puesto.
En Santa Pola son embarcados en nueve galeotas procedentes de Sicilia o otras cuatro procedentes de Portugal con rumbo a Orán y Mazalquivir (Mers-El-Kebir). Los padres pueden autorizar a familias de cristianos viajos a educar a sus hijos menores de 4 años para que estos se queden en España. Algunos monfíes, bandidos moriscos de Sierra Morena, no llegan a enterarse de la orden de expulsión y van siendo capturados y ajusticiados a lo largo de los años por la Santa Hermandad.
Sabemos por los documentos de la presencia de una niña morisca en Elche, y de otros ocho niños y niñas moriscos en Relleu y la Vall de Laguar.
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