Irán, Rusia, Emiratos Árabes, Turquía están en guerra. Pero en lugar de sus propios soldados usan mercenarios extranjeros. Los captan enSiria y en otros estados fallidos. Una guerra barata sin testigos ni titulares incómodos. Bienvenidos a la guerra del siglo XXI.
Mohamed tenía 17 años cuando fracasó la Primavera Árabe y estalló la guerra de Siria. Vivía en Homs y se preparaba para estudiar Ingeniería. Adnan tenía 30 años y trabajaba en un hotel de la misma ciudad. Mohamed quería estabilidad y se enroló en las fuerzas gunernamentales del dictador Bashar- al -Asad. Adnan se sumó a los rebeldes. Ahora los dos siguen en bandos enfrentados pero en una guerra que ya no es la suya y por un salario de 1000 euros al mes. Todos los días se pregunta cómo han llegado a luchar en un conflicto tan ajeno como el libio.
En Libia luchan por el poder el primer ministro Fayed al Sarraj y el señor de la guerra Jalifa Hafter. A sSarraj lo apoya Turquía. A Hafter, Rusia y los Emiratos Árabes. Cuando hay materias primas valiosas como el petroleo libio, o simplemente las potencias rivales tienen fuerzas mercenarias en ese conflicto, es una excusa para enviar los tuyos. La consecuencia es que las guerras cada vez tienen un desenlace más complicado porque basta que un señor de la guerra o un gobierno pida ayuda a la potencia que la patrocina para que aparezcan en escena nuevos combatientes.
Es un conflico de bajo riesgo, la opinión pública no puede obligarte a salir de él y las tropas salen baratas.
En 2015 los rebeldes, entre los que estaba Adnan estaban a punto de derribar el Gobierno de Bashar al Asad cuando el dictador pidió ayuda a Rusia. Al poco los bombardeos de los cazas rusos y los contratostas de la Agencia Wagner habían acorralado a los rebeldes en el noreste. A cambio los rusos pidieron tropas para apoderarse de grandes zonas de Libia extraoficialmente.
Los turcos auxiliaron a los rebeldes a cambio de tropas mercenarias para hostigas a los pemershgas kurdos en el sur de Turquía y luego para apoyar el Gobierno de Al Sarraj. La cantidad de familiares que hay en los campamentos de refugiados en Turquía sirven de estímulo y chantaje para que los combatientes rebeldes sirios apoyen al Gobierno de Turquía en todas sus campañas en el extranjero. Solo se evacúa a los heridos, por lo que muchos combatientes se disparan en la pierna o se unen a los convoyes de refugiados que se dirigen a Europa tras desertar. Pero la mayoría están resignados a una vida de lucha y mas que posible muerte por los intereses de un país que no es el suyo.
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