Cada 23 de junio, durante la vigilia de San Juan, tiene lugar en Isil una celebración en la que el fuego es el principal protagonista.
Los preparativos para la festividad tienen lugar a principios de mayo, cuando los fallaires suben al monte para escoger los pinos que talaran para conseguir suficiente madera para alzar mas de 60 fallas. Los troncos de matro y medio de longitus se horadan para introducir en ellos pelets de madera que facilitaran su quema.
Las fallas se dejan secar hasta la misma tarde de la celebración. Al anochecer, los fallaires suben a buscar los maderos y los trasladan hasta el faro, donde esperan la señal de las autoridades municipales: el encendido de la Falla Mayor, plantada en la Plaza Mayor.
Los fallaires bajan entonces por la montaña con los troncos ardiendo a cuestas o los hacen deslizarse con los pies en zig zag ladera abajo. A la entrada del pueblo los esperan las madrinas del festival y luego la comitiva recorre el pueblo. La parada obligada es el cementerio, en cuya puerta se traza unja cruz. Cuando llegan a la plaza colocan todas las fallas, los maderos candentes, a los pies de la Falla Mayor, creando un gran círculo en torno al cual los mozos y las mozas bailarán las cuatro danzas tradicionales.
En 2015 la Unesco reconoció el valor cultural de esta tradición en un conjunto de tradiciones vinculadas al solsticio de verano de Cataluña, e introdujo las Falles de Isil en la Lista del Patrimonio Cultural Inmaterial.
No hay comentarios:
Publicar un comentario