A San Blas se le atribuye un milagro por lo que se le considera el protector de los enfermos de gargantea según el santoral católico. Lo llevaban a ajusticiar cuando una madre angustiada se acercó a los soldados que le escoltaban y pidió a Blas que le quitase a su hijo una espina de pescado que le impedía respirar. Blas no tenía sus instrumentos médicos pero le impuso al bebé las manos en la cabeza y oró. La espina desapareció.
El 3 de febrero, día de la festividad de San Blas, muchas personas de Bilbao se congregan en la Iglesia de San Nicolás de Bilbao para recibir la bendición del santo y estar protegidas de las enfermedades de la garganta.
Algunas personas se compran cordones de algodón de colores variados para cada miembro de la familia. Deben estar bendecidos en una iglesia católica y llevados en torno al cuello durante 9 días. El noveno día el cordón debe ser quemado en casa si se quiere que San Blas proteja al portador hasta el año que viene.
El 3 de febrero los vascos comen rosquillas de anís y caramelos de malvavisco, que dicen que son buenos para la garganta.
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