jueves, 27 de octubre de 2016

Camp Century. La futilidad de las ambiciones humanas.

En plena Guerra Fría, la base norteamericana de Camp Century -en Groenlandia- fue todo un desafío científico y militar. Se clausuró en 1967, pero bajo la nieve quedaron toneladas de residuos nucleares que nadie esperaba volver a ver. No contaban con un nuevo "enemigo": el calentamiento global.

"En un lugar remoto, a 800 millas del Polo Norte, se encuentra el símbolo de la lucha constante del hombre por conquistar su entorno, por incrementar su habilidad para vivir, y luchar si es necesario, bajo las condiciones polares. Esta es la historia de Camp Century, la ciudad bajo el hielo".
Con estas palabras arranca un documental de propaganda producido por el Ejército norteamericano durante los años 60. El hombre creía más fervientemente que nunca que la conquista del espacio era cuestión de escasas décadas y que el hombre tenía el control de su destino. Se suponía que mantener una comunidad de científicos y militares trabajando en condiciones adversas facilitaría ideas sobre cómo mantener operativa una base en la Luna.


Pero ningún reportaje de la época hablaba a los espectadores norteamericanos del Proyecto Iceworm, descartado por una serie de inconvenientes políticos y técnicos. De hecho, sigue sin saberse cuánto sabía el Gobierno danés, que tenía los hielos de Groenlandia bajo su soberanía sobre el mismo. Se trataba de una serie de silos nucleares capaces de alcanzar Moscú desde 2000 puntos de lanzamiento distintos.
Se suponía que la base de Camp Century estaría operativa desde 1960 a 1970, una década. Los científicos sabían que las capas de hielo lo eran todo menos estables. En 1962, solo dos años después de la inauguración de las instalaciones, el techo y los muros estuvieron a punto de colapsarse. Para alimentar las instalaciones los técnicos de Camp Century habían traido un reactor nuclear portatil, que se consideraba un avance de la energía del futuro. En 1967 se produjo el desalojo definitivo. Los técnicos y militares del proyecto se llevaron sus efectospersonales y su reactor portatil. Dejaron en Groenlandia 4200 toneladas de basura material, como edificios o infraestructura ferroviaria, 200.000 litros de combustible Diesel para los vehículos y bifenilos policlorados, un producto químico altamente tóxico, prohíbido desde 1977. William Colgan, de la Universidad de York ( Canadá) explica las conseciencias de que estos desechos, o cosas que se quedaron allí porque no hubo tiempo materal para usarlas, salgan a la luz por culpa del calentamiento global en 2090.
Dice que es pronto para actuar, que es demasiado caro, pero sin duda hay que hacerlo,porque si esos desechos tóxicos de la Guerra Fría llegan al mar ártico las consecuencias serán devastadoras.

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