sábado, 17 de febrero de 2024

Los amantes de Auschwitz.

 David y Helen, judíos y presos en Auschwitz, se conocieron cuando él tenía 17 años y ella, 25; se construyeron un nido de amor entre los crematorios, donde se reunían mientras otros prisioneros vigilaban. En 1944 los separaron. Se reencontraron en Nueva York 72 años después. Y él le hizo una pregunta que lo martilleó todos esos años. Un libro recuerda ahora su estremecedora historia.



David Wisnia llegó a Auschwitz en diciembre de 1942 y salió con vida de esa fábrica de cadáveres en abril de 1945. Muy pocos prisioneros sobrevivieron tanto tiempo sin agotar su cupo de suerte. Lo salvaron dos factores; uno, tenía una hermosa voz de barítono, por lo que los guardias encargados del personal lo retiraron de las cuadrillas que retiraban los cadáveres de los que se lanzaban contra las vallas electrificadas a trabajar desinfectando las ropas de los recién legados con las mismas cápsulas de gas Ziklón-B de las ejecuciones en las cámaras de gas. A los S.S les gustaba que cantase para ellos por lo que le proporcionaron un destino cómodo que no le estropease las cuerdas vocales

Helen Zipora, a quien llamaban Zippi. empezó a trabajar en el campo recogiendo escombros. Casi muere dos veces, una cuando casi se le cae encima una vieja chimenea, y cuando estuvo tan delgada que la consideraron no apta para el trabajo y la destinaron a las cámaras de gas. Una amiga enfermera intervino a su favor pero tuvo que demostrar que todavía era apta para trabajar haciendo tandas agotadoras de jercicios delante de una S.S.

La S.S que la supervidaba descubrió que hablaba varios idiomas, entre ellos alemán y ruso y que había trabajado antes de la deportación como diseñadora gráfica, por lo que le destinó a las oficinas del campo. Ahora Zippi podía ducharse cuando quería, vestir ropas civiles, tener correspondencia cifrada con su hermano Sam e incluso hacer tareas bajo vigilancia fuera del campo.

Como Kapo - prisionera judía a cargo de los trabajos subalternos- podía trasladarse a la zona de los hombres donde escuchó una de los recitales de David. Y quedó prendada de él.

Tras unos coqueteos con roces y miradas, ella se animó a corresr el riesgo y citó a David en un nido de amor preparado con equipajes requisados a los presos del campo. Zippi podía sobornar con comida a otros presos para que vigilaran aquellos encuentros e intercambios de besos y caricias. Si un S.S masculino los sorprendía significaba la muerte de todos los implicados. "En un lugar como aquel, donde sabíamos que cada día podía ser el último, vivíamos el momento", explicó Davis años después.

En un altillo levantado en un resquicio de los barracones 4 y 5 se encontraban 30 minutos una vez al mes. Allí se baesaban y allí Zippi le susurraba a David la canción húngara ATARDECER A LA LUZ DE LA LUNA.

En 1944 Zippi informó a David que los soviéticos estaban cerca y que los iban a evacuar. Se prometieron que si los dos sobrevivían se encontrarían en Varsovia en el Centro Comunitario Judío.

A David lo evacuaron a Dachau y después lo seleccionaron para una de las mortíferas marchas de la muerte. Huyó tras dejar inconsciente a un SS con una pala y se escondió en un granero. Cuando oyó ruidos de botas de soldados al cabo de unos días decidió entregarse y aceptar la muerte. Eran soldados estadounidenses de la 101ª División Aerotransportada de Estados Unidos.

David luchó con una ametralladora para los norteamericanos además de hacerles de intérprete (hablaba polaco, Yidis y algo de francés).. Se olvidó de Zippi y solicitó un visado para los Estados Unidos cuando las tropas estadounidenses lo licenciaron en Francia en 1946.

Zippi si acudió a la cita. Primero la evacuaron al campo de Ravensbruck, dirigido por la Frau Komandantis Marie Mandel y se escabulló de una marcha de la muerte: se quitó el ropón reglamentario que la identificaba como prisionero y se mezcló con los civiles alemanes que escapaban.

Recorrió a pie por sus propios medios los 700 kilómetros que la separaban de Varsovia a pesar de los controles soviéticos, los rumores de violaciones de las civiles por parte de los soldados del Ejército Rojo, y los bombardeos de tropas alemanas rezagadas. Esperó en el Centro Comunitario Judío durante semanas hasta que se convenció de que     David no acudiría.. Marchó entonces a Feldafing,un campo para desplazados que los estadounidenses habían levantado en Alemania.

Zippi conoció allí a Erwin Tichauer, el jefe de policía del campo, con el que se casaría. Nunca supo que David estaba en el mismo campo como auxiliar de las tropas americanas transportando suministros y raciones. Los Tichauer trabajaron en labores humanitarias para las Naciones Unidas durante años. Vivieron en Perú, Bolibia, Indonesia y Australia, hasta que se mudaron a los Estados Unidos, donde David también se había casado y tenía cuatro hijos.

A través de una amiga supieron la una del otro. Concertaron una cita en un hotel de Manhattan, pero esta vez fue Zippi la que no acudió. David era vicepresidente de ventas de una editorial de enciclopedias, cantaba en varias sinagogas y en algunos centros judíos y vivía en Levittown. Zippi le explicó por carta que los dos estaban casados,eran felices en sus matrimonios y no querían sabotearlos con el recuerdo de una pasión del pasado.

Zippi contó su vida al historiador Konrad Kwiet - profesor de la Universidad de Sudney- quien incluyó su testimonio en un libro: APPROACHING AN AUSCHWITZ SURVIVOR.

En 2016 surgió la oportunidad de un tercer encuentro en casa de Zippi, que había enviudado hacía dos décadas.

David acudió con sus hijos y nietos. Zippi de 98 años, no había tenido hijos y estaba ciega y casi sorda. David le hizo le pregunta que no se quería llevar a la tumba:¿Me salvaste alguna vez?. Y ella abrió la mano con los cinco dedos bien extendidos. Hasta cinco veces sacó su nombre de las listas de deportación a destinos peores o con guardias más violentos.

David cantó la canción que ella le enseño. Ella confesó: "Yo te quería". Se lo pudo decir sin miedo a las represalias o a las consecuencias 72 años después. David, agradecido, declaró: "Mis hijos y mis nietos existen gracias a ti".

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