martes, 9 de abril de 2024

Las brujas de Atxuri.

 Diciembre de 1704, en Bilbao. Unos hombres llaman a la puerta de dos mujeres, María de Arteaga y María de Tellaeche, madre e hija. Pobres y analfabetas, habían sido denunciadas como brujas por las monjas de Santa Clara. Aunque los inquisidores de Logroño desestimaron la denuncia, la reputación de ambas mujeres quedó marcada, si no lo estaba ya antes.

Los hombres no podían venir a nada bueno, según colegieron los inquilinos de la casa que dijeron que las mujeres por las que preguntaban no se hallaban presentes, lo cual no evitó que los intrusos se colasen hasta la bodega de la casa y se llevaran a las presuntas brujas maniatadas.

La madre empezó a gritar:"Ay que me llevan a matar, ay de Dios de la Justicia que me difienda, sean vuesas mercedes testigos" Uno de los cinco captores, el escribano Antonio Echebarría, le dijo que se callara, que en una hora estaría de vuelta, y como María de Arteaga siguió gritando, la taparon la boca.

Encerraron a las dos presuntas brujas en Lekeitio en habitaciones separadas, a espaldas de los inquisidores, y las torturaron para que confesaran cuántas brujas más había en el akelarre, dónde estaban los hechizos y cómo pactaban con el demonio.

Tuvieron que soltarlas por orden de las autoridades eclesiásticas. El episodio formó parte de la caza de brujas particular de una dama principal de la Villa de Bilbao, dona Juana de Basurto, viuda Juan de Ugarte y Zaldívar. Convencida de que la enfermedad de su madre de 1692 había sido obra de hechizos de brujas denunció a varias mujeres pobres y sin medios ni protección de las autoridades civiles. En 1687 delató a las hermanas Magdalena y Marina Otaola, pobres de solemnidad, al Tribunal de Logroño, que las absolvió. A pesar de todo, los Basurto continuaron presionándolas para que confesaran algo que no había ocurrido jamás.En octubre de 1704 denuncian a Ángela de Elorduy, con los mismos resultados.

Para entonces, lo de Juana Francisca de Basurto y del Barco con su caza de brujas privada llegó al paroxismo. Las brujas de Atxuri fueron amenazadas con ser metidas en un horno de pan encendido para que confesaran e incluso se intentó con afán de que dijeran lo que "la señora" quería oír. También las enterraron vivas salvo la cabeza y se colocaron piedras pesadas sobre el pecho de las víctimas de los delirios brujeriles de Doña Juana. También fueron azotadas con una correa para que delatasen a otras brujas.

Las autoridades civiles capturaron y encarcelaron a los torturadores pero debido a las influencias de la familia no estuvieron mucho tiempo en prisión. El Consejo de la Suprema de Madrid estaba preocupado de que la histeria colectiva convirtiera en un polvorín Bizkaia por lo que desestimaron los informes arrancados bajo torturas por los agentes de los Basurto.

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