domingo, 14 de abril de 2024

Una anécdota histórica de la Guardia Civil.

 


Durante los años 1980 el entonces periodista del Diario Pueblo Arturo Pérez Reverte, tuvo la oprtunidad de entrevistarse con el entones presidente español Felipe González acerco de por qué no cumplía su promesa electoral de disolver la Guardia Civil. González contestó. "Descubrí que tener un Cuerpo disciplinado que cumple órdenes contra viento y marea, siempre en su puesto pase lo que pase, es algo extremadamente valioso".

El número de la Guardia Civil de esta anécdota del siglo XIX lo descubrió en sus carnes. Había una función de gala en el Teatro Real de Madrid cuando el cabo Pepito Pérez ve acercarse a una zona donde las autoridades, el propio Narváez, ha prohibido el paso de vehículos un coche de caballos elegante.

El guadia da el alto a la lujosa berlina y dice:

-No se puede circular.

El cochero dice sin soltar las riendas:

-Este carruaje sí puede. Soy el cochero del general Narváez.

Este militar era el último espadón que llevó los asuntos públicos de Isabel II antes de que la revolución de 1868 la mandase al exilio. No se podía bromear con él.

-Ni este coche ni ningún otro, Excelencia.

Narváez gritó desde dentro del habitáculo de la berlina:

-!Siga adelante, cochero!

-Tengo órdenes, Su Excelencia.

-Esas órdenes no van conmigo.

-Al darme la orden, no me dijeron que hiciese excepciones con nadie, así que el carruaje de su Excelencia no pasa por aquí.

-!Arree los caballos,cochero!-gritó enrabietado Narváez.

Pero el cabo Pepito Pérez se llevó la mano a la empuñadura del sable y dijo.

-Mi general; si Vuestra Excelencia pasa por aquí será atropellando estas armas, encargadas de cumplir una orden.

Narváez cedió, el carruaje pasó por otro sitio, pero ya en su palco llamó a su presencia al duque de Ahumada, responsable de la Guardia Civil ante el Ministro de Interior, y le ordenó el traslado de aquel mocetón tan resuelto fuera de Madrid.

Al día siguiente el duque de Ahumada le presentó la orden de traslado del cabo, firmada por su predecesor, y la dimisión.

Estupefacto,Narváez piensa que ha ido demasiado lejos y le dice a Ahumada que pensa revocar la dimisión.

-No hemos creado la Guardia Civil para pisotear su prestigio. El traslado de ese valiente cabo es una injusticia que yo no estoy dispuesto a cometer.

Narváez rompe la dimisión del duque de Ahumada,rebusca en uno de los cajones de su escritorio y saca un puro.

-No es necesario que dimita. Y a ese valiente guardia, dele este cigarro puro de mi parte, pues tengo mucho gusto en que se lo fume el único hombre que se ha atrevido a desafiarme".

 


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