miércoles, 20 de diciembre de 2017

La batalla de Pernambuco.

A principios del siglo XVII, las malas cosechas provocadas por la Pequeña Edad de Hielo y las guerras entre católicos y protestantes hacen que Europa se vuelva una zona del mundo inestable, un polvorín que va a estallar durante la Guerra de los Treinta Años. Las Provincias Unidas, que comprenden Holanda y el norte de Bélgica, se salvan de esta tónica por su política de acogida de refugiados y por su recién descubierto talante capitalista.

Decidida a liderar el comercio mundial del azúcar, decide apoderarse mediante un osado ataque naval de las regiones productoras en Brasil, entonces tributarias de la Corona española. En 1621 se había terminado la tregua en el largo conflicto entre España y Holanda. La guerra por el control del comercio del azúcar empezó en 30 de febrero de 1630, cuando una flota holandesa de 67 barcos al mando del almirante Adrián Janzs Puter invadió la provincia brasileña de Pernambuco.

Felipe IV escribe al monarca portugués para organizar una flota combinada hispano lusa al mando del almirante Antonio de Oquendo ( en el retrato) compuesta por 16 naves españolas y 5 portuguesas. Zarpó de Lisboa el 5 de mayo de 1631.
Tras dos meses de travesía las dos flotas estaban frente a frente. Viendo la menor cantidad de navíos de los católicos, el almirante Janzs Puter ordenó que solo 16 de los suyos intervinieran en el combate. Las naves almiranta y capitana de la flota neerlandesa eran galeones de 400 y 1000 toneladas respectivamente,  con cañones de gran calibre. Ninguno de los galeones españoles de guerra superaba las 300 toneladas, ni el alcance de los cañones.

Las nave insignia de ambas flotas se enzarzaron en un combate individual. Poco a poco más barcos se enzarzaron en la refriega. Tras cuatro horas de combate, se declaró un incendio en la nave almiranta holandesa. Los marineros flamencos se tiraron al agua antes de que estallase la santabárbara. El galeón Santiago tuvo que ser remolcado lejos del brulote para evitar que también se perdiera. El almirante Janzs Puter murió ahogado

En julio de 1639, el secretario de Felipe IV, Pedro Coloma, otificó al almirante Oquendo que se le había concedido el título de vizconde, un honor que apenas pudo disfrutar, ya que murió en 1640 en La Coruña.

CITA IMPORTANTE:

Oquendo encargó varios cuadros que describían la batalla naval de Pernambuco para regalárselos a Felipe IV. Se pueden admirar en una exposición del Museo Naval de Madrid.


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