¿Por qué no sabemos nada de Gordon Welschman, padre dela era digital? Espías británicos y norteamericanos se encargaron de ello.
Durante la Segunda Guerra Mundial, un grupo de criptógrafos reclutados por el Servicio Secreto británico descifraron las claves de la Máquina Enigma. Leían un millón de notas rutinarias diarias del ejército alemán, con lo que se salvaron miles de vidas. A uno de estos matemáticos se le ha otorgado el correspondiente mérito tarde: Turing se suicidó en 1952 tras ser condenado por ser homosexual. En 2013 la reina de Inglaterra le concedió el perdón real.
Durante la Segunda Guerra Mundial, un grupo de criptógrafos reclutados por el Servicio Secreto británico descifraron las claves de la Máquina Enigma. Leían un millón de notas rutinarias diarias del ejército alemán, con lo que se salvaron miles de vidas. A uno de estos matemáticos se le ha otorgado el correspondiente mérito tarde: Turing se suicidó en 1952 tras ser condenado por ser homosexual. En 2013 la reina de Inglaterra le concedió el perdón real.
Otros héroes criptógrafos siguen en la sombra, a pesar de que sus contribuciones a la computación en ciernes ya no son un peligro para nadie.
Una de estas personas en Gordon Welschman. Este hombre ideó el panel en diagonal de las primitivas Máquinas Bombe, la máquina comprada a los polacos por un agente llamado Asche y que fue el germen de la derrota tecnológica de las Enigma., además de patentar una innovadora forma de analizar datos.
Tras la Guerra, Welschman dejó Inglaterra y se marchó a los Estados Unidos, donde fue uno de los primeros académicos que formó a una nueva hornada de informáticos en el nstituto Tecnológico de Massachussets.
En 1982 publica el libro THE HUT SIX STORY, un libro donde contaba sus aventuras como criptógrafo clandestino. Nuestro hombre se había jubilado en 1977, y las empresas ya podían comprar máquinas de analizar datos bursatiles que dejaban como un mocoso a Ultra, las máquinas de desencriptar aliadas. Tnto los Departamentos Técnicos de los servicios de espionaje británicos como estadounidenses pusieron el grito en el cielo.
No prohíbieron el libro, pero sí vetaron a Welchman, le impideron dar conferecias y le prohibieron hablar con la prensa. Welschman murió en 1985 en el ostracismo. Pero esto solo ha sido hasta que el libro de Joel Greenberg, GORDON WELSCHMAN. EL ARQUITECTO DE LA ULTRAINTELIGENCIA DE BETCHLEY PARK, lo ha rescatado de los rincones del olvido.
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