jueves, 20 de junio de 2019

Manuel Montero nos lleva al terror de ETA.

Manuel Montero es catedrático de Historia de la Univesrsidad de Granada y ex rector de la Universidad del País Vasco. Este valiente defensor de la democracia fue amenazado por la organización nacionalista ETA  en 2000 y abocado a no salir a la calle ni acudir a su puesto de trabajo sin la presencia de la escolta. En 2000 ETA cometió nueve atentados.

Desde 2000, y hasta la disolución de la banda en 2018, Montero se sintió como un cadáver todavía andante. La gente se apartaba de él, por convicciones fanáticas o por miedo a estar cerca cuando estos fanáticos pasasen a la acción. Los etarras condicionaron s vida, afectando a sus relaciones personales y a su carrera profesional. Pero de esto nos hablará él en su libro EL SUEÑO DE LA LIBERTAD. MOSAICO VASCO DE LOS AÑOS DEL TERROR. (Ediciones Nobel)

¿Cómo nace ETA?

ETA no nació para luchar contra la dictadura franquista, sino para imponer a través de la violencia su proyecto nacionalista identitario; unificar el País Vasco español, el País Vasco francés y Navarra; e imponer una visión del mundo anclada en el socialismo identitario, sin pluralismos.

¿Cuáles son los aspectos más engañosos de la utopía de Sabino Arana?

Todas las utopías son inhumanas. Prometen paráisos inhumanos. El nacionalismo de Sabino Arana está basado en el tradicionalismo. Hablaba de un paraíso de vascos racialmente puros, granjeros, en respuesta al caos de la llegada de los inmigrantes del resto de España en los primeros compases de la industrialización. También es una respuesta ideológica al fracaso de los carlistas.

El proyecto de Sabino Arana era un proyecto antiliberal, ultracatólico y excluyente.

¿Qué cobertura tiene ETA cuando empiza a atentar en 1968?

ETA se acoge a tesis marxistas, tercermundistas, guerrilleras, revolucionarias muy en boga en aquella época, como cobertura del nacionalismo radical. No fue combatida por los nacionalistas moderados, pero sí discrepó de sus métodos de lucha armada ( en contraposición a la lucha política). Los moderados siempre hablaron de lucha armada no de terrorismo, y eso les dio un valioso balón de oxígeno a los etarras.

Usted vivió amenazado y con escolta durante años. ¿Cuando comenzó su calvario?

Lo de calvario tiene un aire de martir con el que no me identifico. Los primeros anóinimos amenazantes los empiezo a recibir a finales de los 90. En 2000 empiezan las pintadas con mi nombre y el epiteto "carcelero" y alguna pancarta amenazante. En 2000 también fui elegido rector de la UPV y empecé a llevar escolta al claustro de la Universidad. Estuve en la lista de los ejecutables hasta 2010, en que ETA renuncia a la lucha armada, aunque pasé un tiempo trabajando en Granada y México.

¿Qué repercusiones tuvo esto en su vida?

Todavía repercute porque no fue hasta recientemente que pude regresar a Bilbao. Tuvo repercusiones negativas en la familia, así como económicas, con tanto cambio de domicilio.

En tu libro tú dices que para algunos vascos perseguir a los terroristas y a los que participaban era perseguir al pueblo vasco.

La idea subsiste en el nacionalismo radical en la que los que queman contenedores son simplemente jóvenes vascos, y perseguirles por matar a una persona o chantajearla con un presunto "impuesto revolucionario" es perseguir al pueblo vasco. Digo que todavía persiste porque unos sectores de la población pretendidamente progresistas ven persecución a los jóvenes vascos a la acción judicial contra los que agredieron en Alsasua a unos guardias civiles y a sus novias en 2016.

¿Cuál es el coste político del terrorismo en el País Vasco?

La fascinación por el terror en algunos sectores, el odio correspondiente y los miedos sociales tuvieron efectos demoledores. Un ejemplo: suele sostenerse que el Estatuto de Autonomía fue un lugar de encuentro entre nacionalistas moderados y no nacionalistas, pero también se buscó un marco que integrase el nacionalismo radical. Fue un acuerdo condicionado por quienes combatían a la democracia y a la autonomía.

Otro ejemplo es la facilidad con las que se implantaron políticas identitarias - la pimacía educativa del euskera, los tratamientos a la función pública en el mismo sentido-es consecuencia de las tensiones de los años de plomo de ETA. Ni siquiera fueron puntos discutibles.

¿Qué consideración te merece el comunicado de EH Bildu en que los nacionalistas radicales reconocen el daño hecho, y su apuesta por la paz y la reconciliación?

Entre 1990 y 2000 ETA solía reconocer el daño y lo hacía con orgullo. No hay petición de perdón ni intención de compensar a las víctimas. No ha habido paz porque para un etarra la paz solo es posible a través de sus programas políticos.

Convivencia significa la integración de estas personas en la sociedad civil vasca como si lo de planear muertes y lo de los coches bombas no hubiese sucedido.

Y lo de reconciliación es como decir que ha habido dos bandos y lo que ha tenido lugar en el País Vasco entre 1968 y 2010 no han sido atentados contra la democracia sino la lucha legítima de unos milicianos  urbanos armados. Lo más probable es que, ahora que están participando en el juego político, estas tesis tengan éxito. 

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