lunes, 24 de junio de 2019

¿Por qué los aliados no derrocaron a Hirohito?

La Segunda Guerra Mundial había finalizado con la derrota de Japón. Los gobiernos de Australia, la Unión Soviética y China presionaron el presidente Truman y al comandante en jefe de las tropas de ocupación estadounidenses en Japón, el general Mc Arthur, para que procesase al emperador de Japón, Hirohito.

Muchos oficiales de la Marina estadounidense lo consideraban el responsable del traicionero y cobarde ataque a las instalaciones de la Marina en Hawai, en Pearl Harbor, el 7 de diciembre de 1941.

Pero muchos analistas políticos pensaron que era mejor exonerar de culpas, aunque las tuviera, al emperador japonés porque si él  las asumía y acataba el castigo eso exoneraría del propio a sus subordinados, los oficiales que habían cometido atrocidades en China, Birmania y Filipinas.

Otros especialistas, como el Jefe del Tribunal Internacional del Lejano Oriente, no entendieron por qué no se obligaba a Hirohito a asistir a la rendición de Japón a bordo del acorazado Missouri en la Bahía de Tokyo el 2 de septiembre de 1945. Truman ordenó a Keenan no intervenir contra el emperador ni ningún miembro de la familia imperial, a pesar de que uno de los príncipes había estado implicado en atrocidades de guerra.

Mac Arthur pensaba que el momento era delicado y que la posguerra en Japón debía ser lo más suave posible. Juzgar y derrocar el emperador significaría disturbios, caos administrativo y un acercamiento de los nipones al comunismo que Estados Unidos no se podía permitir en una zona tan estratégica. Así que se hizo correr el bulo de que Hirohito había sido engañado por el Estado Mayor cuando todo el mundo sabía en Washington que el emperador de Japón era puntalmente informado de todas las operaciones militares.

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