Su matrimonio desgraciado, las críticas de sus colegas italianos, su admiración por Lutero... Alberto Durero lo anotó todo en un diario privado cuyos fragmentos se reúnen por primera vez en un libro de gran formato.
"Cuando regresé a casa, Hans Frey negoció con mi padre y me dio a su hija, cuyo nombre de soltera era Agnes, me dio 200 florines para que yo celebrase la boda en el año 1494". Así es como describe Alberto Durero las negociaciones de su padre con Hans Frey para concertar un matrimonio que lo fue todo menos feliz. En su diario no ha nada que indique que su cambio de estado civil le emocione y que haga algo más que tolerar a su esposa. Tenía 23 años y ya era un pintor reconocido.
Alberto Durero ( Nüremberg 1471-1528) no quiso ser órfebre como su padre. "Mis inclinaciones me llevaban más a la pintura que a la orfebrería. Así se lo hice saber a mi padre, pero esto no le causó niguna alegría, pues lamentaba el tiempo que había pedido enseñándome el oficio", se sincera el gran artista en su diario, ahora reeditado en ABSOLUTE DURERO (Cm Editores).
Finalmente el padrese resignó y envió a Durero al taller del mejor pintor de Nüremberg, Michael Waisemut. Allí apredería a manejar la pluma y el pincel y dibujar al natural y hacer paisajes de gouache, y a la acuarela. También aprendió el uso de la imprenta aplicado a las artes pictóricas, que fue clave en la difusión de su obra.
Tras cuatro años con Waisemut regresa a casa y se casa con Agnes Frey. Ya había pintado el famoso autorretrato expuesto en El Louvre.
Tras una larga luna de miel, uno de los amigos de Durero, Pickheimer, le financia un viaje a Venecia, el primero de un total de dos, en los que se familiariza con la pintura italiana y conoce a Giovanni Bellini, que lo toma bajo su manto protector. La relación con los pintores venecianos es ambigüa, ya que Bellini le previene de que estos hablan mal de él a sus espaldas, argumentando que Durero no sigle los cánones clásicos, mientras que copian pinturas suyas en las iglesias o donde pueden.
De Agnes dice que es una mujer que no entiende que sienta la necesidad de discutir con sus colegas pintires sobre la teoría de las proporciones en lugar de atender a cuestiones más prácticas.
En su patria comienza a hacer retratos de personajes de la Corte de Federico III de Sajonia. En una de sus cartas cuenta como intentó regalarle a la princesa Margarita un cuadro del emperador. Como a esta le desagradó lo retiró de donde ella pudiera verlo.
En las primeras décadas del siglo XVI hace numerosos viajes por Europa donde conoce al emperador Carlos V, al paisajista flamenco Joachim Patinir o al filósofo humanista Erasmo de Rotterdam y trata de retratar a un hombre que admira mucho por su valentía: el monje Martín Lutero. De este monje agustino dirá: "Y si con laayuda de Dios me encuentro con el doctor Martín Lutero,la retrataré cuidadosamente y lo grabaré en cobre en dudarera memoria del cristiano que me ayudó enmis grandes ansiedades". Nunca hará ese retrato. En sus cartas se muestra partidario de la Reforma Protestante y considera que la Corte Papal de Roma es la puerta del Infierno, por la depravación y la sensualidad de los hombres que ocupan el trono de San Pedro. Cuando los católicos detienen a Lutero escribe: "Se llevaron a traición a este hombre piadoso e iluminado por el Espíritu Santo y al que habían vendido de esa guisa. Era un discípulo de Cristo y de la verdadera fe cristiana".
De hecho será durante uno de sus muchos viajes para hacer bocetos de cosas curiosas y extraordinarias cuando contraiga la enfermadad que le llevará a la tumba antes de tiempo. Habían llegado a Nüremberg noticias sobre una ballena varada y Durero se animó a recorrer con una climatología adversa el camino hacia la costa. No verá la ballena.
De Agnes dice que es una mujer que no entiende que sienta la necesidad de discutir con sus colegas pintires sobre la teoría de las proporciones en lugar de atender a cuestiones más prácticas.
En su patria comienza a hacer retratos de personajes de la Corte de Federico III de Sajonia. En una de sus cartas cuenta como intentó regalarle a la princesa Margarita un cuadro del emperador. Como a esta le desagradó lo retiró de donde ella pudiera verlo.
En las primeras décadas del siglo XVI hace numerosos viajes por Europa donde conoce al emperador Carlos V, al paisajista flamenco Joachim Patinir o al filósofo humanista Erasmo de Rotterdam y trata de retratar a un hombre que admira mucho por su valentía: el monje Martín Lutero. De este monje agustino dirá: "Y si con laayuda de Dios me encuentro con el doctor Martín Lutero,la retrataré cuidadosamente y lo grabaré en cobre en dudarera memoria del cristiano que me ayudó enmis grandes ansiedades". Nunca hará ese retrato. En sus cartas se muestra partidario de la Reforma Protestante y considera que la Corte Papal de Roma es la puerta del Infierno, por la depravación y la sensualidad de los hombres que ocupan el trono de San Pedro. Cuando los católicos detienen a Lutero escribe: "Se llevaron a traición a este hombre piadoso e iluminado por el Espíritu Santo y al que habían vendido de esa guisa. Era un discípulo de Cristo y de la verdadera fe cristiana".
De hecho será durante uno de sus muchos viajes para hacer bocetos de cosas curiosas y extraordinarias cuando contraiga la enfermadad que le llevará a la tumba antes de tiempo. Habían llegado a Nüremberg noticias sobre una ballena varada y Durero se animó a recorrer con una climatología adversa el camino hacia la costa. No verá la ballena.
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