domingo, 13 de octubre de 2019

Los templarios,los primeros banqueros de Europa.

En una carta de 1207, el Papa Inocencio III critica a los templarios " que abandonan al Señor y se alejan de la pureza de su orden" pues " son tan desenfrenados en su orgullo, que o dudan en desfigurar a su madre,la Iglesia de Roma, que por sus favores no ha dejado de acariciar a los hermanos de la caballería del Temple". El trovador francés Guiot de Provins se refiere a esta orden de caballería monástica con estas palabras: "Limpias tienen sus casas, grande y fiera su justicia es. Y así es la roden más grande y querida. Pero dos cosas se les grita y se les reprocha muchas veces: que son codiciosos lo repiten todos, y que su orgullo ostentoso es". Otro poema anglo normando dice que "los templarios son los hombres mñas prácticos, y ellos saben ciertamente cómo arreglarselas. Pero aman los peniques demasiado. Cuando los precios son altos, venden su trigo en lugar de dárselo a los pobres".

Los templarios contaban con un auténtico imperio económico que constaba de granjas y encomiendas europeas y fortalezas en Tierra Santa que ellos administraban con manos de hierro. Con este capital se conviertieron en una especie de banqueros medievales que prestaban desde a reyes, para sus campañas militares, hasta mercaderes y campesinos.

A muchos cronistas les resultaba imposible comprender cómo les iban tan mal en Ultramar a los cruzados si una sola encomienda recaudaba tanto dinero y resultaba un negocio tan rentable. El historiador britanico y monje benedictino Mateo de París razonaba en su Chronica Majora que,ante todos los bienes que sumaban la orden del Temple y la de San Juan del Hospital, la resultaba imposible comprender la caída de Jersalén en 1187 y la derota de La Forbie de los cruzados ante los musulmanes en 1244: "Por lo tanto, cristianos, reflexionando sobre estos asuntos, siempre asumen que ( dichas órdenes militares) están ocultando algún fraude y camuflan un engaño lobuno bajo piel de ovejas; pues si no hubiera engaño o fraude, un gran número de caballeros occidetales valientes vencerían por la fuerza la resistencia de todos los pueblos del este".

Para calcular la cantidad de lo recaudado por el Temple en 1300, el historiador actual Malcoln Barber nos explica que una encomienda se divide en casas, donde ivían cabaleros tamplarios enfermos o ancianos, todos con la experiencia de haber vivido en Orient Medio. Barber estima en 970 el número de casas "incluyendo comandancias y castillos tanto en el este como en el oeste, atendidas por un número de miembros que probablemente no era inferior a 7.000, excluídos los empleados y las personas a cargo, que debían de ser siete u ocho veces mayor que ese número".

La gente de la Edad Media se dejaban llevar por las modas a la hora de escoger los depositarios de sus limosnas. La de las ódenes de caballería fue una de las modas más duraderas, puesto que tanto templarios como hospitalarios recibieron donaciones a lo largo de más de dos siglos, pero a comienzos del siglo XIV son sustituídas por las órdenes mendicantes como los franciscanos. Además, con la pérdida de Jerusalén en 1187 los gastos de la Orden se redujeron muchos ya que solo tenían que mantener fortalezas menores en Siria y San Juan de Acre, así que pudieron invertir en préstamos.

La de los templarios, paradojicamente, es una historia de colonialismo invertido, ya que Europa era la tierra a explotar y se invertía en operaciones militares y manutención de fortalezas en Ultramar.

Ya en 1135 se registra el contrato con dos peregrinos que dejan a la orden la gestión de sus casas y sus cultivos a cambio de 50 morabetinos. Los templarios usarían estos bienes como garantía hasta que los peregrinos regresasen de Tierra Santa y les descontarían solamente los 100 morabetinos del préstamo, sin intereses de ningún tipo.

1167. Un tal Raimundo Castellar solicita a la Orden de los Templarios 100 morabetinos para peregrinar a Jerusalén a cambio de los derechos de recaudación de las rentas de su casa. Solo se cobraría la cantidad solicitada por Raimundo, pero la casa sería donada a la orden si este moría durante la peregrinación en un nafragio, a manos de bandidos o piratas o de enfermedad.

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