lunes, 20 de abril de 2020

Jake Davis, un hacker adolescente.

Atacó a la CIA, a Sony, al Gobierno egipcio... Jake Davis apenas tenía 18 años cuando fue detenido por pertenecer a Anonymous, l red de hackers más temida por gobiernos y corporaciones globales. Seis años después, aquel adolescente tan temido deja al descubierto los fallos deseguridad que explotaba. Esto es lo que ocurre cuando un pirata informático sienta la cabeza.

Verano de 2011. Un grupo de cinco agentes de la Unidad de Delitos Informáticos y una mujer llaman a una casa en una urbanización de las islas Shetland. El ocupante, un adolescente que vive por su cuenta, suspira aliviado. Sabe que ha cometido errores de seguridad y que esta visita, tan temida como esperada, solo era cuestión de tiempo.

Con el nickname de Topiary había inutilizado los portales de los Gobiernos de Egipto y Túnez durante la Primavera árabe. La excusa era que restringieran el uso de Internet e intentasen ponerles unas represivas puertas al campo de Internet. Al frente de la organización LuczSec había pirateado la web de la CIA y de la corporación Sony. También se había reído de un agente de seguridad informática, Aaron Barr, que aseguraba haberse infiltrado en Anomymous. Le pasaron información falsa y luego lo ridiculizaron publicamente.

Sus amigos y colaboradores eran T Flow, Sabu, Kayla y muchos otros. Sabu, un topo colaborador del FBI, denunció a los demás. T Flow se hacía pasar por un hombre de treinta y tantos pero en realidad era un chaval de 16 años llamado Mustafá. Y Kayla no era una chica sino un joven veinteañero. Los demás eran las personas que afirmaban que eran.

La madre de Jake lo visitó en la prisión. Jake la tranquilizó diciendo que la suya no era más que una chiquillada que se les había ido de las manos. La profesión iba por dentro. Egipto era un país aliado de los Estados Unidos. Había pirateado la web de la Agencia de Inteligencia más poderosa del mundo. La posibilidad de una extradición por espionaje a una cárcel estadounidense era más que una posibilidad.

Por suerte para Jake solo lo condenaron a dos años de arresto domiciliario. "Es irónico que condenen a una persona que apenas se relaciona con nadie del vecindario a estar encerrado en casa" Como no podía cumplir esta parte de la condena en su domicilio se fue a casa de su madre. Lo juzgaron dos años después y lo condenaron a una estancia breve en un reformatorio.

Tuvo suerte. El matón de la galería había leído sobre los hackers y lo protegió de los demás internos. Uno de ellos intentó amenazarle: "El tipo le respondió que sería mejor que me dejase en paz porque era muy capaz de rehipotecar la casa de sus padres sin que se diera cuenta".

Ahora los miembros de LutzSec son cotizadísimos imformáticos que cobran un montón de dinero por proteger a las empresas y los ordenadores y cuentas de Internet personales de los hackers.

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