martes, 21 de abril de 2020

Quitate esa locura de la cabeza.

Lobotomías, azotes, discriminación... El camino del hombre hacia la curación de los males cerebrales y su entendimiento ha sido largo y cruento. ¿Cómo podía ser importante un órgano con una textura tan fláccida? Aunque los científicos aseguran que aún nos queda muchísimo por descubrir.



Para los egipcios el corazón era el órgano donde residía el entendimiento. El cerebro, en cambio, era desechado durante los embalsamamientos.

Aristóteles tampoco le dio la mayor importancia. Creía que el alma y el entendimiento residían en el corazón. Aristóteles jamás trató de comprobarlo. Diseccionó desde elefantes hasta erizos de mar, pero jamás lo intentó con un hombre.

Claudio Galeno de Pérgamo descubrió el sistema nervioso gracias a crueles experimentos con animales. Cortaba nervios de perros y observaba el efecto que tenían en el movimiento y cómo el cerebro parecía estar detrás de todo aquello.

A finales del siglo XVIII, el anatomista Franz Joseph Gall enumeró su teoría de que el cerebro está detrás de las funciones del lenguaje, la memoria, la percepción de las formas y de los sonidos, cada uno de ellas con una región específica para estas tareas.

Galvani comparó los impulsos eléctricos con la actividad de los impulsos nerviosos durante experimentos en los que aplicaba electricidad en ranas muertas y provocaba una convulsión de sus extremidades.

Hacia 1900 el neurólogo Santiago Ramón y Cajal descubre que el bicromato potásico es el tinte más apropiado para colorear y hacer visibles al microscopio las neuronas. Tiene que compartir el Nobel de Medicina de ese año con Golgi.

El hombre ya ha descubierto la electricidad como base de impulson nerviosos y le presencia de las neuronas, las células nerviosas. En 1950 descubre la relación del cerebro con el estado de ánimo de los pacientes y que estas emociones se pueden manipular y estimular.

En neurólogo Boulos-Paul Baijani implantó unos electrodos en el cerebro de una mujer aquejada de Parkinson cuando al estimular ciertas regiones sufrió una depresión profunda acompañada por un llanto inconsolable. Estimulando otras regiones la mujer empezaba a bromear acerca de la corbata del neorólogo, que por cierto, era la misma que llevaba puesta durante la etapa de llanto.

En 1950 era frecuente enviar descargas eléctricas mediante electrodos a las regiones cerebrales que se querían extirpar para delimitar los tumores y no rebanar una parte sana y vital en el funcionamiento del habla y el tratamiento biológico de las imágenes o los sonidos.

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