sábado, 25 de abril de 2020

Leyenda de los meakambut sobre el origen del mal.

La gran variación geográfica de Papúa y Nueva Guinea ha producido una gran diversidad biológica, que a su vez ha producido una gran variación cultural: se hablán más de 800 lenguas en un territorio del tamaño de Suecia. Cuando las autoridades coloniales holandesas y británicas - el territorio estaba partido en dos- acabaron con costumbres como la caza de cabezas, el canibalismo y las guerras tribales, la región se convirtió en un Edén para los misioneros y los antropólogos, como Margaret Mea, Gregory Bateson y, en nuestra época. Jared Diamond.

Hoy en día, cuando vemos un nativo con sus armas, sus pinturas tribaes y un hueso atravesándole la nariz, es porque estamos en un festival para turistas, y el tipo cobra una paga por dejarse fotografiar. Pero en el interior de Papua Nueva Guinea todavía viven grupos de cazadores y recolectores como los meakambut

El territorio de los meakambut mide unos 260 kilómetros cuadrados y limita con el de otros pueblos sedentarios como los imboin, los awim, andambit, los kanjimei y los namata. Los europeos los conocemos desde la década de 1960. En 1991, el antropólogo esloveno Boruj Telban pasó una semana con ellos. Se relacionó con un grupo de 11 personas, que vivían en refugios precarios y cuevas. Contó que los hombres llevaban taparabos de hijas y collares de conchas de kina, mientras que las mujeres llevaban faldas de paja. Cuando volvió en 2001 no los encontró pero los awim le dijeron que todavía seguían por la región. No. No los habían visto, pero los ancianos awim con los que habló Telban recordaban el estilo de vida nómada.


La leyenda:

En el comienzo, el dios Api llegó a este lugar y encontró los ríos llenos de peces y la selva  llena de cerdos salvajes y grandes palmeras; pero no había personas. Pensó que sería un buen lugar para ellas y abrió una grieta en el suelo. Los primeros en salir fueron los awim; después los imboin y los demás grupos, y finalmente, los meakambut.

Los hombres se dispersaron por los bosques y las montañas y surcaron los ríos buscando lugares donde vivir. Entre ellos no había odio, ni matanzas. Tampoco nadie se ponía enfermo. La vida era placentera.

En esa época hombres y mujeres vivían en cuevas separadas. Por la noche los varones se reunían en una cueva especial para cantar. Pero una noche, uno de los hombres fingió una indisposición, se metió en la cueva de las mujeres y copuló con una de ellas.

Cuando los demás descubrieron lo que había pasado llegó el mal a la vida de los hombres. Uno de los hombres sintió celos, otro sintió ira, el otro se deprimió y un cuarto sintió odio porque las cosa ya no serían como antes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Unas cartas muestran la caída en desgracia de Cristobal Colón.

 El navegante que descubrió América fue un hombre maquiavélico que no dudó en intentar manipular a los Reyes Católicos cuando las quejas de ...