sábado, 25 de abril de 2020

Los chamanes.

En el centro de la estacia, oscilando su cuerpo de un lado a otro, el chamás Nergui salmodia: Cielo grandioso; ven, te lo ruego. Oh, grandioso cielo azul, manto que me cubre y protege, ven a mí". En la mano sostiene un haz de cintas multicolores.

Nergui es un boo, como llaman los mongoles a los chamanes, es decir un intermediario en mundo visible y el mundo oculto de los espíritus. "Oh, espíritu mío, montaría en diez vacas mongolas para verte. Te lo imploro, permite que el cuco dorado me guía hasta el espíritu".

Hay ocho antropólogos con grabadoras y cámaras asistiendo al trance de Nergui. Son poco más de las doce del mediodía, la "hora del caballo" del zodiaco chino, la mejor hora para contactar con los espíritus.

"Cielo del lobo, por favor, ayúdame. Ha venido un hombre necesitado, llega en son de paz, Cielo grandioso, ven, te lo ruego".

Nergui viste un del, la túnica tradicional de los mongoles, con cinturón amarillo y fular azul de seda. Calza botas de chamán, confeccionadas ex profeso con piel de reno. La salmodia va acelerándose a medida que su oscilación se convierte en danza. Emite sonidos de arreo y fustuga con las cintas como si arrease un caballo al galope. En un hornillo de hierro arden ramitas de enebro, emitiendo un humo que según la tradición atrae a los espíritus. Frente a Nergui hay una colección de figuritas, fulares, trozos de tela y otros talismanes. Están en un altar de invocación de los espíritus tutelares del chaman.

De pronto Nergui cae al suelo, y cuando sus auxiliares lo levantan, lanza el aullido del lobo. "El espíritu ha entrado en él", dice mi guía. Cuando la gente se acerca con preguntas, el chamán les describe su pasado y les da consejos. Cuando le llegó el turno a un reportero de National Geographic Nergui le dijo: "De joven eras muy callado. Te encantan los animales. Allá donde has do, siempre has dado cosas a los demás y les has arrancado una sonrisa. Tienes una marca inconfundible en la axila derecha. -No era cierto- Pronto te prestará ayuda un hombre con el signo del perro y de la oveja. Por arte de mi poder cuidaré de tu familia y de tus seres queridos. Toma estas ramitas de enebro y quémalas en casa"

Nergui le regalo al reportero de National Geographic un astrágalo de lobo, conlas instrucciones de llevarlo en el bolsillo derecho para protegerse del peligro.

Cuando salió del trance hiperventilaba y hacía aspavientos. Chimgee, su esposa, vestida con un del y un fular verde se acercó con un cigarrillo que Nergui se tragó encendido. Luego, cuando se relajó un poco, le acercó otro que sí se fumó. Chimgee le preguntó a Nergui: "¿Has tenido un buen viaje, cariño?"

Oleg Dorzhiyev, un chamán siberiano, me explica que no se elige ser chamán sino que los espíritus lo escogen a uno, a veces contra su voluntad. Dorzhiyev era abogado del Ministerio de Justicia cuando los espíritus le enviaron una serie de jaquecas y dolores de espalda. Visitó varios médicos que no encontraron una explicación racional para este malestar físico. Un día recurrió a un chamán amigo que invocó un espiritu que le dijo que había sido escogido.

Aunque relacionamos con lo masculino los contactos con el mundo de los espíritus Ludmila Lozodna, una chamana, contradice esta idea: "Los buriatos creen que un águila volaba cuando vió bajo un árbol a una mujer embarazada durmiendo. La imbuyó con un poderoso espíritu. El hijo que engendró se convirtió en un poderoso chamán. Así que ya ve, el primer chamán fue en relidad una chamana".

En el lado negativo, el chamanismo es un asunto procliva a la charlatanería. El reportero vio a un chamán colocar, sin tener ni idea de promeros auxilios, un trapo en la cabeza de un hombre con una posible fractura de cráneo. Otro afirmaba poder curar el cáncer.

Pero algo debe haber. En 2007, el escritor Rupert Isaacson y su mujer Kristin llevaron a su hijo autista de 5 años a consulta con un chamán. Isaacson no puede demostrar que el chamán solucionara su problema pero dice: "Mi hijo sufría constantes rabietas, incontinencia y no podía hacer amigos. Estos tres problemas eran historia cuando regresamos de Mongolia".


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