viernes, 1 de mayo de 2020

Ceija Stojka en Bergen-Belsen.

El nazismo se cebó conlos gitanos, pueblo que quedó diezmado en los campos de exterminio de Hitler. Ceija Stojka, niña en Bergen-Belsen, pudo contarlo y enfrentarse desde el arte y la memoria.



"Los supervivientes querían hablar y nadie les escuchaba". Reyes Mate, uno de los mayores expertos en el Holocausto, pronunció estas palabras en 2012 en el Dia Internacional en Memoria de las Víctimas del Exterminio Nazi (27 de enero). Al drama de la limpieza étnica por parte de los nazis se sumó la orden de guardar silencio por parte de los aliados.

En 1948 se fundaba en estado de Israel. Repartidos por todo el mundo por medio de la diáspora, la experiencia de los campos cohexionaba más al pueblo judío. Los gitanos no tendrían tanta suerte. Victimas de leyes antigitanas desde el siglo XV, no solo fueron silenciados por las autoriades aliadas sino que no recibieron compensación alguna por su sufrimiento. La gitana austriaca Ceija Stojka (1933-2013) sobrevivió entre los 9 y los 13 años en diferentes campos de concentración. Es la protagonista del libro de la autora austriaca Karim Berger VIVIMOS ESCONDIDOS. HISTORIA DE UNA ROMANÍ.

¿SUEÑO QUE VIVO? UNA GITANA EN BERGEN-BELSEN (Pápeles Mínimos) ilustra la lucha por la supervivencia de la comunidad gitana en los campos y coincide en el tiempo con la exposición del Museo Reína Sofía ESTO HA PASADO, programada para el 23 de marzo, con pinturas de propia Stojka.

Según datos del Museo del Holocausto de Estados Unidos, el genocidio se cobró 220.000 víctimas gitanas en los campos de concentración. La pequeña Ceija pudo haber muerto perfectamente, pero tuvo la suerte de que Bergen-Belsen fuese liberado la tarde del 15 de abril de 1975 por los británicos.

Este odio al gitano, o romofobia, se cobraría la ida del padre de Ceija, que pasaría todo el Holocausto escondida en un carromato hecho casa, más tarde entre la hojarasca, mientras los nazis iban y venían alrededor de los prisioneros gitanos, de los que no se ocupaban mas que a regañadientes. "Solo nos dábamos cuenta de que eran gente muy mala. A veces vi por la calle cómo daban patadas a los niños", dice en ¿SUEÑO QUE VIVO'

El lager llegó a albergar 60.000 presos que convivían con 35.000 cadáveres sin enterrar, creando un caldo de cultivo perfecto para el tifus, la fiebre tifoidea y la sarna, con el que lidiaban las presas bielorrusas elegidas como kapos por los nazis. "Tampoco estábamos solos, porque muchas almas revoloteaban a nuestro alrededor". Una expresión poética para referirse a esos cadáveres putrefactos que los internos descuartizaban para comer sus partes blandas crudas, porque los alemanes no querían repartir las provisiones para sus codiciados prisioneros judíos con los prisioneros romanís. Stojka llegaría a comer cordones, lombrices de tierra, e incluso harapos.

De formación autodidacta, Ceija muestra unas pinturas de estilo naíf, con unn contenido estremecedor. El contraste entre su estilo infantil y las escenas en que los recién llegados a Bergen-Belsen son recibidos a punta de fusil por los soldados de las S.S. no dejan indiferentes, así como sus composiciones sencillas de campos de trigo remontados por los buitres o trenes de ganado que cargan con los gitanos, no dejarán indiferente a nadie.

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