viernes, 8 de mayo de 2020

Los negociadores de la Policía española.

Un chico de Cádiz se ha escapado de casa y ha dejado una nota de suicidio. La madre desesperada llama a la Policía y da el dato del número de telefono móvil del hijo para que un negociador le convenza de que vuelva a casa. Es Roberto, un negociador, el que hace la llamada. "Estoy preocupado por tí", dice al muchacho. Al cabo de un cuarto de hora devuelve el teléfono a la madre y se limita a decir: "Quiere volver. Ahora depende de ustedes dos".

En otra ocasión, un suicida estaba sentado en lo alto de una grúa, a 25 metros de altura, con los pies colgando en el vacío. Roberto se puso un arnés, a poesar de que tiene vértigo y le aterran las alturas, y subiócon un compañero, equipado con un paquete de cigarrillos. Consiguió que ese hombre bajara.

"Lo primero que debes saber de nosotros es que somos un recurso más de la Policía. Somos solo 73 especialistas en todo el país. No somos más importantes que los artificieros o el grupo de lucha contra la trata de personas. En un caso como los que has descrito antes, José Félix, solo recapitulamos información para evitar que la persona se mate, pero buscando la seguridad del suicida, de las personas del entorno y de nuestros hombres. Nos ponemos al servicio de quien mande en el operativo", explica Roberto.

Le pido a Carlos, otro negociador de Galicia, que nos explique lo que hacen en una crisis con rehenes. "Una vez tuvimos el caso de un hombre que se atrincheró en Pontevedra consu mujer y sus hijos de rehenes, y con un arsenal en casa. Estaba muy alterado y pedía ver a su cuñado para tratar un asunto. Conseguimos calmarlo primero, y convencerle para salir y entregarse después", dice Carlos.

"En un asunto de rehenes no podemos gritar ni amenazar. Si ofrecemos algo es porque lo tenemos y podemos disponer de ello. Nunca hacemos promesas en falso. Tenemos que procurar que no haya víctimas, y vean lo que hayan visto a hacer a Bruce Willis en el cine, no podemos ofrecernos para ocupar el lugar de un rehén. Somos una de las policías de negociadores más avanzadas del mundo. Incluso los estadounidenses vienen a aprender nuestras técnicas de adiestramiento", explica Carlos.

"Pero tienen que hablarle a José Felix de los secuentros falsos", le dice Roberto a Carlos.

"Son una nueva modalidad, relativamente reciente. Un empresario está en el extranjero y su familia recibe una llamada diciéndole que lo han secuestrado, y exigiendo una gran cantidad. La familia recurre a nosotros. Nosotros tenemos que coordinarnos con la Policía de ese país para averiguar si realmente se ha producido un secuestro. En la gran mayoróa de los casos, la "víctima" está trabajando ajena a que unos tíos caras están extorsionando a su familia. En una ocasión unos secuestradores de Ciudad de México extorsionaron a unos chavalitos de un conjunto musical español de gira por México para que creyeran que estaban secuestrados y se cambiasen de alojamiento a un hotel donde podrían controlarles mejor. Nos costó convencer a estos veinteañeros que esa banda no tenía poder para cumplir sus amenazas y que podían abandonar Ciudad de México y ese hostal sin miedo a las represalias".


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