martes, 19 de mayo de 2020

Matteo Ricci, un sabio europeo en la China de la Dinastía Ming.

Las primeras noticias sobre las culturas asiáticas llegan a Europa en el siglo XVI de la mano del misionero jesuita y compañero de habitación en la Universidad de la Sorbona de San Ignacio de Loyola, San Francisco Javier. Lo que contó sobre China lo supo más por haberlo oído de oídas a los japoneses, que sí fue el pueblo que evangelizó.

Matteo Ricci, considerado como el primer sinólogo europeo, llegó a China en 1583 y se estableció en el sur, en la provincia de Cantón. Allí inicia sus tareas de evangelización pero con cierta idea de sincretizar el cristianismo. Adopta ropas chinas, se deja barba y aprende a leer y a escribir en ideogramas.

La gran idea de este prodigioso hombre no es qué provecho pueden sacar los europeos de China sino en qué podemos serles útiles antes de exigirles que cambien. Y lo que les interesa a los chinos, mal que le pese a Riccio, no es el cristianismo, sino las ciencias prácticas, como las matemáticas, la cartografía y la agrimensura.

Traduce al chino LOS ELEMENTOS de Euclides, pero también escribe obras de teología cristiana. El emperado Yanli le invita a la corte en 1595 cuando le hablan de las pinturas, los relojes mecánicos, y un mapamundi del mundo, por el que siente curiosidad.

Los portugueses habían vertido en los oídos de las autoridades de las ciudades portuarias del sur que el rey de España quería invadir China. Hubo algunos planes en ese sentido, y tanto los chinos como los japoneses sabían que las armas europeas eran superiores. Pero cuando vieron el mapa de Mateo Ricci los militares del Imperio del Centro se tranquilizaron. Europa estaba demasiado lejos para una invasión terrestre, y nunca serían los tercios en China lo suficientemente numerosos como para que fuese imposible derrotarlos.

Para los europeos interesados con hacer negocios en China escribe una gramática que transcribe los ideogramas al alfabeto latino y a la fonética portuguesa. También traduce al portugués las ANALECTAS de Confucio.

En Pekín choca de frente contra el jesuita español Diego de Pantoja. Podrían haber colaborado en la evangelización de China, pero lo cierto es que ninguno de los dos soporta al otro. Ricci es humilde y modesto. De Pantoja es orgulloso. El italiano trata de convencer a las autoridades de las bondades del cristianismo. El español se busca problemas con las autoridades difundiendo la Buena Nueva entre peones urbanos y campesinos.

Ricci será el primer europeo que tendrá una tumba en China. La tumba sería destruída tanto por los boxers como por los Guardias Rojos de la Revolución Cultural de 1966. Reconstruída en ambas ocasiones.


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