Cuando abtenerse de ayudar para ser más efectivo con la ayuda al que lo está pasando mal.

 

[Escena en una sala de coaching emocional en Bilbao]

(Un ambiente sereno. Corabel, una mujer de mediana edad, cabello rizado y una energía firme, está sentada frente a un grupo de alumnos. Jose Félix, un joven español, camina hacia su compañera Luisa, que está llorando. Se inclina para abrazarla. Corabel lo detiene con un gesto tajante.)

Corabel: (con voz firme)
¡Jose Félix! ¿Qué estás haciendo?

Jose Félix: (confundido, pero amable)
¿No es obvio? Está llorando... Solo quiero consolarla. Hago esto con todos los que están pasando un mal rato.

(Luisa, con la cara húmeda de lágrimas, mira a ambos, incómoda pero en silencio.)

Corabel: (levantándose y dirigiéndose al centro de la sala, con gesto teatral)
¿Con todos, dices? Qué generoso. Pero dime, Jose Félix, ¿estarás con todos en todos sus malos ratos? ¿Vas a estar con Luisa cuando su corazón duela mañana? ¿Cuando enfrente la próxima tormenta?

Jose Félix: (titubeando, cruza los brazos)
Pues... no, claro que no. Pero ahora está mal. Es lo lógico, darle apoyo.

Corabel: (señalando a Luisa, sin perder firmeza)
Jose Félix, ¿te das cuenta de lo que le robas al abrazarla ahora?

Jose Félix: (frunce el ceño, confundido)
¿Robarle? ¡No estoy robando nada! Solo intento ayudar...

Corabel: (con un tono más intenso, paseando lentamente por la sala)
Le robas su oportunidad de encontrar sus propias herramientas, de sentir su dolor y aprender a enfrentarlo. Este momento, su llanto, es como una semilla. Si tú intervienes ahora, impides que crezca.

(Pausa dramática. Jose Félix parece procesar las palabras, mientras Luisa sorbe por la nariz y asiente ligeramente con la cabeza.)

Jose Félix: (con una mezcla de frustración y duda)
Pero... ¿no se supone que el apoyo es algo bueno? ¿No debería saber que no está sola?

Corabel: (con un tono más cálido, pero aún firme)
No confundas "apoyo" con "rescate". El apoyo no siempre es una acción inmediata. A veces, es un espacio. Un silencio. Un gesto que dice: "Confío en que tú puedes con esto."

(Jose Félix baja la mirada, visiblemente afectado. Luisa sonríe levemente, mientras se limpia las lágrimas con la manga.)

Luisa: (en voz baja)
Gracias, Corabel.

Corabel: (volviendo su atención a Luisa, con una sonrisa compasiva)
Esto es tuyo, Luisa. Y tienes todo lo que necesitas dentro de ti para enfrentarlo.

(Se gira hacia Jose Félix, suavizando su expresión.)

Corabel:
Y tú, Jose Félix, tienes un gran corazón. Pero quiero que aprendas algo hoy: no siempre necesitas intervenir para ser útil. A veces, tu presencia basta.

(El grupo asiente en silencio, reflexionando. Corabel regresa a su silla y el ambiente se llena de un aire de respeto y entendimiento.)